Editorial

Mirar con lupa el desempeño en Tokio

Los resultados de Colombia en los olímpicos dejan mucho que desear, justo cuando se lanzó un ministerio exclusivo para el deporte y que el histórico de las medallas subía

LR

Algo muy oscuro con olor a corrupción, incompetencia y politiquería está capturando la formación de los deportistas en Colombia, justo cuando el Gobierno haya pasado a la historia como el que más presupuesto ha destinado a la promoción, fomento y apoyo del deporte, además que dio el polémico paso de transformar Coldeportes en MinDeporte; cartera que cuenta con un presupuesto anual de $755.000 para este año, que se reducirá a $646.000 millones el año que viene, pero que es dinero suficiente para hacer su tarea en una apretada situación fiscal, lo que no se entiende por qué el fracaso de los deportistas en el cuadro de medallería en los Olímpicos de Tokio 2020. Para llevar a los 71 atletas que clasificaron a Tokio, se invirtieron $43.000 millones; el nuevo ministro de Deporte, Guillermo Herrera, los incentivó con 10% adicional el premio a los deportistas que logren medallas; inicialmente, una medalla de oro les representaba $218 millones, una de plata $127 millones y la de bronce $90 millones. Con el incremento, un oro representaba $230 millones; la plata $130 millones y el bronce $100 millones. Pero ni así las cosas le funcionaron al país deportivo que siempre había sorprendido en los últimos juegos. Desalentador es el cuadro de la medallería, en el que países como Venezuela y Ecuador resultan mucho mejor posicionados que Colombia. Un hecho paradójico si se tiene en cuenta que hay una suerte de Sistema Nacional del Deporte como muestra de una política pública y de programas orientados a conformar y potencializar la reserva deportiva del país, pero que a la postre no da resultados concretos. El problema es que el programa Talentos Colombia, incubado en el MinDeporte se politizó en manos de unos operadores tradicionales que no se han modernizado ni hay un mecanismo de medir sus resultados. El mayor fracaso de las ligas, federaciones, el Comité Olímpico y el Ministerio, fue depositar las esperanzas de medallas en atletas de vieja guardia, con dos o tres participaciones en versiones anteriores. Si bien se trata de deportistas con todos los méritos, no puede ser que la suerte y el nombre del deporte nacional estén confiados a quienes ya deberían estar pensando en un retiro glorioso. Más desacertado aún fue la ausencia hasta 2020 de un programa orientado a implementar estrategias para el óptimo desarrollo de los deportistas con potencial de alto rendimiento, a fin de garantizar el relevo y el posicionamiento del país a futuro en materia deportiva. Si bien Talentos Colombia ha sido un logro para el futuro del deporte, aún prevalecen obstáculos que impiden que el alto potencial que hay en este país surta sus mejores resultados. Las trabas administrativas injustificadas propias del sector público, el cumplimiento de cuotas o favores políticos y la ineficiencia de los procesos de contratación estatales, mellan sobre la continuidad de los procesos de atletas. No podemos aspirar a logros olímpicos cuando los entrenadores y los profesionales de ciencias aplicadas al deporte que apoyan los procesos de nuestros deportistas talento son contratados únicamente cinco o seis meses al año, y el resto del tiempo permanecen cumpliendo sus labores por su propia cuenta y riesgo. También hace falta formalización de los entrenadores. Responsabilidad que no solo reside en manos del Ministerio, sino de las federaciones, entidades cuyos dirigentes en muchas ocasiones son cuestionables por sus gestiones y por su falta de compromiso.

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