Editorial

Momento de tino político, realismo y sinceridad

<p>No es muy sensato, en términos políticos, que se planee un plebiscito y una reforma tributaria. El Gobierno deberá jugar sus mejores cartas</p><p>&nbsp;</p>

Desde el segundo semestre del año anterior, la economía trae una senda de decaimiento frente al pasado por distintas razones externas e internas, pero que en las últimas semanas se han agudizado y hace prever que es necesario hacer una revisión de las perspectivas de corto plazo para replantear prioridades políticas. La caída mayor de los precios internacionales del petróleo y de otras materias primas, la agudización del conflicto en oriente medio y el deterioro de la situación de la economía china, son situaciones que no puede desconocerse que tendrán un impacto mayor del que se tenía previsto. En forma paralela, la aparición de factores que han estimulado la inflación, como la acelerada devaluación de la moneda y el fenómeno del Niño, que hace escasear alimentos, introducen elementos que hacen tener una gran mesura al formular los cambios a realizar.

Con las nuevas condiciones económicas, la proyección del crecimiento de la economía se ubica más cerca a 2,5% y el déficit fiscal inicialmente estimado en 3,6% puede ser aún mayor en tanto que no se augura una mejora en los ingresos del sector externo y por el contrario, el panorama puede empeorar. Todo esto puede generar preocupación en los mercados externos y entre las calificadoras de riesgo.  

El Gobierno ha planteado ya una severa reforma tributaria, tomando las recomendaciones de una comisión de expertos que se convocó con ese objetivo. Sin embargo, dadas las condiciones que enfrenta la economía, parece cada vez más claro que el ajuste de corto plazo en las finanzas públicas debe darse por la vía del gasto, aunque debe hacer conciencia de que un recorte tan grande, puede pegarle un golpe a la economía, ya de por si con la expectativa de un crecimiento muy inferior al proyectado inicialmente. A esto hay que agregar que no es mucho lo que se puede esperar de las nuevas administraciones departamentales y municipales, que generalmente utilizan el primer año de mandato para formular planes y proyectos y ordenar las finanzas que dejaron los gobernantes salientes, generalmente vacías y con poco margen de maniobra. Por eso, es recomendable que los mandatarios locales tampoco crean que tienen un margen significativo para ajustar tarifas y tasas.  

De acuerdo con el cronograma acordado, a mediados de marzo deberá firmarse el acuerdo de paz, lo cual desde el punto de vista protocolario es muy importante, pero que es mucho más por las implicaciones que tiene y el necesario consenso social que requiere dadas las concesiones políticas, económicas y sociales que incluye y que pueden ser más o menos difíciles en función de ese acuerdo nacional. Solo este tema  merecería la concentración total del esfuerzo de los distintos estamentos públicos en el entendido que el inicio de un proceso de esta magnitud debe tener unas bases sólidas y el primer reto es la aprobación del plebiscito que dará vía libre a la implementación de esos acuerdos. En se orden, es muy importante ser realista acerca de las posibilidades de hacer simultáneamente un plebiscito y una reforma tributaria.