Editorial

No frenar el debate sobre el precio de los alimentos

<p>Los intermediarios no son el problema de los precios altos en los alimentos, todo se debe a la falta de competitividad y al atraso del campo</p><p>&nbsp;</p>

En los cursos básicos de economía y de manejo elemental de sus asuntos, existen tres etapas en el proceso productivo para que se desarrolle: producción, distribución o comercialización y consumo. Todos son fundamentales y ninguno puede vivir sin el otro, dice la introducción a la ciencia social de moda, pero cada uno tiene sus propios fundamentos.

La formación de los precios en la cadena, como pasa en todas las actividades del circuito económico se va alcanzando en función de distintas variables, pero es quizá en la intermediación en donde hay mayor intensidad y exigencia, en el entendido que son los consumidores quienes ponen buena parte de las condiciones como requisito para comprar los bienes y servicios. En el caso de los productos agropecuarios hay características especiales, ligadas a variables sobre las que no se tiene control por parte del primer actor de la cadena, como el clima, las plagas y las mismas condiciones de transporte y movilización.

En ese orden, la intermediación en el caso del agro es fundamental y básica para garantizar la máxima eficiencia, oportunidad, calidad de productos y precios justos a los consumidores. Cuando hay coyunturas adversas, como la actual, debido a los problemas de abastecimiento por el Fenómeno de El Niño y un encarecimiento de las importaciones por el aumento en la tasa de cambio, hay una propensión política a encontrar culpables del problema en las deficiencias del mercado que siempre han existido, pero que en la coyuntura se hacen más evidentes porque generan aumentos de precios al consumidor por encima de la tendencia histórica. La realidad es que esos problemas y distorsiones de mercado tienen que ver con el manejo sectorial al que poco o nada se les ha puesto atención.

Los resientes pronunciamientos oficiales para explicar la inflación de alimentos no parece ser el camino adecuado, pues desvía la atención sobre la realidad al afirmar que “hay demasiados intermediarios en el negocio de la comida: ganan los de escritorio y se empobrecen quienes sudan la tierra”. La intermediación en los alimentos es fundamental y necesaria y requiere una gran especialización que incluye un amplio conocimiento de los mercados y cada vez más herramientas tecnológicas. 

El asunto ya no es solo la destreza para comprar y vender, el manejo de los inventarios y las góndolas bien diseñadas. Es mucho más y en esos términos, no puede ser un asunto que corresponda al productor. Tampoco hay que asustarse o cuestionar por la existencia de varias etapas en un mismo proceso y comience a predicarse que deben ser las grandes superficies y supermercados los que deben ir directamente al productor para evitar mayores costos. 

Las dificultades en la comercialización de los alimentos es uno de los asuntos que impide un mayor bienestar de los pequeños agricultores, pero no es justo culpar de ello a quienes colocan los bienes en manos de los consumidores.