Editorial

No ir a la Alianza del Pacífico es un error

Mientras todas las economías enfocan sus productos hacia el Pacífico, Colombia cierra sus puertas a los mercados más dinámicos

Editorial

Ningún empresario puede dudar que en los países de la cuenca del Pacífico está sucediendo gran parte del desarrollo mundial, no solo tecnológico sino comercial. En esa región del mundo se encuentran los mercados más dinámicos y de mayor crecimiento, al igual que aloja a los últimos casos de naciones que han saltado del subdesarrollado, o de ser emergentes, a considerarse como Estados desarrollados. Tal es el caso de Corea del Sur, Malasia, Singapur o Taiwan, eso sin contar con los casos de Japón, Australia y Nueva Zelanda. Desde hace tres décadas, en la llamada “cuenca del Pacífico”, se vienen gestando una organización sin igual de bloques de países en pos de compartir tratados comerciales y socializar las buenas prácticas institucionales para lograr la masificación del bienestar económico en la región, que se desprende de las bondades de la economía de mercado. Esta misma fuerza de cambio ha involucrado ineludiblemente a dos gigantes poblacionales: China, segundo motor de la economía mundial e India, un subcontinente que siempre está entre las economías que más transforman su PIB.

Uno de esas iniciativas es el Acuerdo Global y Progresivo para la Asociación Transpacífico, TPP, surgidos en los últimos 20 años que agrupa 11 países. Su último gran paso fue reducir las barreras comerciales al mismo tiempo que Estados Unidos anunciaba aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Todo un desafío comercial que minimizó la acción de Donald Trump en esa región. La segunda gran iniciativa en la región es el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, Apec, mecanismo de cooperación de carácter gubernamental en el que los 21 países miembros realizan actividades y programas de trabajo para beneficiar sus mercados. No es propiamente un TLC, es más un mecanismo de cooperación y concertación económica, orientado a promover y facilitar el comercio, las inversiones, la cooperación económica y técnica y para crecer el desarrollo económico regional de los países y territorios con intereses en el océano Pacífico.

Vale la pena profundizar en que varios países del continente americano hacen parte de esos dos grupos para beneficiarse de sus políticas y acuerdos. El punto es que Colombia no está ni en el Tpp ni en la Apec. Eso explica que nuestra región pacífica sea más que subdesarrollada, que sea el foco del mayor olvido institucional y que no se cuente con un puerto de gran categoría que al menos le compita a los de países similares como Callao en Perú o Valparaíso en Chile. La desidia de Colombia hacia la cuenca del Pacífico arranca por casa; una muestra de ese olvido es que el nuevo Gobierno Nacional le haya dado la espalda a la Alianza del Pacífico, que agrupa a México, Perú, Chile y hasta ahora a Colombia, país que decidió no asistir a las reuniones en Nueva Zelanda, país que desea entrar al grupo, pero por presión de los sectores lácteos nacionales, no fuimos a la crucial reunión. Como quien dice: por un vaso de leche nos estamos nuevamente retrasando en los mercados del continente más dinámico en términos tecnológicos y económicos. No ir a esa reunión es ya una decisión errática que nos deja por fuera de todo lo que está pasando en Asia. El Ministerio de Comercio debe tomar nota en el asunto y darse cuenta que no estamos en Apec, ni en Tpp y ahora no somos importantes en la Alianza del Pacífico.

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