Editorial

No judicializar la Cumbre de las Américas en LA

Desde ayer y hasta el próximo viernes, Los Ángeles en California será sede de la IX Cumbre de las Américas, uno de los espacios políticos y económicos más promisorios de la región

Editorial

De lejos el continente americano es el más rico del mundo en términos de recursos naturales, pero esa riqueza no se ha traducido en prosperidad económica igualitaria entre los países que componen la región, ni en su interior. Los Ángeles en California son sede por estos días de la IX Cumbre de las Américas, una reunión de jefes de Estado y de gobierno del continente, en donde se analizan temas diplomáticos y comerciales de importancia a nivel continental; la reunión se viene haciendo desde 1994, pero esta es la segunda vez desde su primera cita que se lleva a cabo en Estados Unidos, lugar en donde nació la idea en tiempos del demócrata Bill Clinton.

En sus distintos encuentros, asuntos transversales como seguridad, democracia, justicia, comercio, inversión, estabilidad financiera, infraestructura, ambiente, empleo y salud, siempre han copado una agenda marcada por las diferencias políticas que llevan a este tipo de eventos “cargas de tigre”, y con una suerte de sumisión entre países del primer mundo y los desarrollados que cohabitan en el mismo vecindario. Obvio que esta versión no estará exenta del tira y afloje norte-sur o capitalismo versus socialismo, distancias ideológicas que no dejan actuar en bloque ni avanzar a mayor velocidad con acuerdos panamericanos que beneficien a las personas, para que se construyan unos mínimos de acción para derrotar problemas sociales que están generando el mayor fenómeno de desplazamiento por inseguridad y modelos económicos fracasados.

Mientras por un lado hay países satélites de la órbita mexicana de Andrés Manuel López Obrador, entre los que se cuentan a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia o Argentina, otro bloque más alineado con los intereses de Estados Unidos busca que este sea el escenario para pedir reformas políticas de corte democrático en los últimos países totalitarios de corte socialista que han generado pobreza y desolación entre sus habitantes, como es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, grandes exportadores de inmigrantes y de conflicto hacia sus vecindarios. Una discusión presente que estará al rojo vivo, pues la faceta cercana al socialismo de la región reivindicará lo contrario y quizá vaya lanza en ristre contra la banca multilateral, la libre empresa o la economía de mercado.

Es imperativo que la agenda no se judicialice, ese calificativo colombiano que siempre trata de llevar cualquier discusión a temas transversales como son el narcotráfico y el terrorismo, que si bien son asuntos dorsales para mejorar la región, siempre terminan en pocos compromisos transnacionales dado que hay países que no solo albergan terroristas sino que se hacen los de la vista gorda con el tráfico de drogas en sus territorios para desestabilizar a sus vecinos. Los gobiernos de las Américas deben revitalizar el comercio, taponar las hordas migratorias generando soluciones in situ, en su origen, como son el diálogo y ayuda a los países que han arruinado su economía y no tienen ninguna capacidad para gestionar soluciones. Es un hecho que llevar la economía de mercado, la libre empresa y el respeto por la propiedad privada es la única solución que tienen países como Cuba, Venezuela y Nicaragua para sacar al grueso de sus poblaciones de la miseria y darles a las nuevas generaciones una alternativa de desarrollo y bienestar, más allá de tener que salir de sus países.

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