Editorial

No solo de las tasas vive la economía

<p>La mayor o menor devaluación no puede sustituir la política económica, sino que se debe aprovechar como instrumento</p>

Hay una máxima popular que se aplica a distintas situaciones de la vida y que en este momento merece recordarse: “en economía no hay almuerzo gratis”, que en términos sencillos no es otra cosa que reconocer que, como en las matemáticas elementales, una ecuación tiene dos lados que se ajustan para mantener el equilibrio. Concretamente, nadie puede ignorar que los movimientos de la tasa de cambio tienen impacto sobre distintas variables, en unos casos más que otros, pero en cualquiera de ellos su magnitud medible es distinta y por eso es un error magnificar o subestimar esos ajustes, así sean evidentes los beneficios, al menos en las expectativas, y los costos tengan un impacto retardado. 

Políticamente aparece como rentable una devaluación de la moneda con el argumento de que se estimulan las exportaciones y por esa vía se genera mayor empleo y riqueza. En la teoría, nadie discute ese precepto general, igual que otros sencillos como que la demanda estimula el crecimiento o que tasas bajas favorecen el desarrollo productivo. Pero el asunto no es tan fácil como muchos lo creen o mejor, hay que considerar la otra parte de la ecuación cuando se acelera la tasa de cambio, lo que en el caso colombiano ya se evidencia con claridad en las cifras del costo de vida que publica el Dane.

A abril, se registra un aumento en el costo de vida que no está dentro de la tendencia que se traía y que se explica con claridad en el encarecimiento de muchos productos importados o que hacen parte de la canasta familiar o impactan la producción de bienes finales por la vía de las materias primas traídas de afuera a un precio más alto por efecto de la devaluación. Una mayor tasa de cambio puede ser una condición necesaria pero no suficiente para empujar a las exportaciones, pero se necesita mucho más. Por eso resultan muy simples algunas declaraciones que proponen aprovechar la coyuntura de depreciación de la tasa de cambio para impulsar las exportaciones industriales y agropecuarias, y compensar la caída en el ingreso por la destorcida del petróleo y que lleva a un ajuste en la economía. 

La mayor o menor devaluación no puede sustituir para nada a la política económica, sino que esta debe aprovechar ese instrumento puntual como un mecanismo importante, pero no más. Es clave que después de tantos años de revaluación, se requiere un rediseño de buena parte del manejo del tema, lo cual pasa de lejos de las campañas o promoción de los tratados de libre comercio. En las últimas una o dos décadas, el sector productivo e industrial se acomodó a una realidad como fórmula para sobrevivir a través de un aumento de las importaciones de bienes intermedios o finales y se bajó la instalación de plantas y equipos.