Editorial

Otra reforma tributaria a la carrera

El Congreso está a punto de aprobar una nueva reforma tributaria a la carrera que no tiene justificación mayor a la falta de dinero para financiarse

Editorial

Nada qué hacer. El Gobierno Nacional y el Congreso de la República están a menos de cinco semanas de cometer un nuevo error de los que está plagado nuestro sistema tributario y que ha convertido los recaudos del país en una eterna colcha de retazos contributivos que no tienen una justificación de motivos diferente a la de “buscar dinero para financiar” obras como sea y donde sea; tal como lo hace un típico trabajador informal que sale de su casa cada mañana a buscar lo del diario porque es incapaz de encontrar un empleo formal, o simplemente porque ha llevado una vida desorganizada y le cuesta planear, ahorrar y capacitarse. Colombia está a punto de responderse por qué cada 20 meses se hace una reforma tributaria; de ver por qué al Ministerio de Hacienda le queda grande sensibilizar al país formal e informal para que pague más impuestos. Y lo más importante por qué le cuesta tanto a todos los actores de la economía poner una grano de arena adicional para que el país salga del subdesarrollo en que se encuentra sumido como consecuencia de malas políticas económicas desde hace varios gobiernos.

Los 87 artículos de la llamada Ley de Financiamiento tenían varios puntos con visos de estructurabilidad: ampliaban la base tributaria, universalizaban el IVA; moligeraba la carga tributaria para las empresas y reducía algunos privilegios. Pero la coyuntura agitada por las marchas sociales, protagonizadas por los estudiantes universitarios, entre otros sectores incluyendo los de la oposición de varios partidos, hizo que el proyecto de ley se fuera desnaturalizando con el paso de los días y se convirtiera en la tradicional colcha de retazos a punta de proposiciones de los congresistas, quienes ante la ausencia de la tradicional “mermelada”, eran más que proactivos para meterle a la incipiente ley más ideas de inclusiones, exclusiones, beneficios y todos los “micos” que siempre aparecen en estas instancias del años. Justo cuando aparecieron en escena todos los elementos no deseados para llevar a cabo un trámite juicioso de la tributaria, se recomendó mejor retirar la ley del Congreso para evitar lo que está a punto de suceder, que se creen nuevos impuestos con la única justificación de que se necesitan $14 billones para poder llevar a cabo o responder por programas sociales y la necesaria inversión en educación, salud e infraestructura.

Al Gobierno le faltó hacer un corte de cuentas real el pasado 7 de agosto donde se le mostrara al país la situación financiera con que recibía el Estado, incluso, ese mismo día de la posesión presidencial se debí haber radicado la Ley de Financiamiento con la única justificación de motivos de que no se contaban con los recursos necesarios para honrar los compromisos adquiridos por el pasado Gobierno. Allí falló no mirar al retrovisor, pero con el paso de los días se sigue fallando al cometer los mismos errores de viejos gobiernos que le ponen impuestos a los mismos de siempre sin hacer nada para ahorrar gastos centrales, para avanzar en nuevas tecnologías y atacar la evasión de impuestos. El IVA universalizado de 18% ha muerto por mínimo unos dos años, mientras tanto los empresarios y los trabajadores formales seguirán cargando con la financiación de los informales que disfrutan de un sistema tributario que les respeta su ley de la selva y los mantiene con muchos privilegios.

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