Editorial

Piano, piano, si va lontano, con las horas extras

<p>El camino de la generación de empleo es largo y está lleno de situaciones contra cíclicas, donde se aconseja mesura.</p>

El debate de la horas extras lo metió el presidente Santos cuando era candidato y estaba casi perdido en las encuestas y los resultados, pocos días después de la primera vuelta. Tenía un as bajo la manga contra su contendor, Oscar Iván Zuluaga, quien se había vendido como el ‘mejor ministro de Hacienda’, pero pocos conocían en detalle que él había sido el sepulturero de las horas extras después de las seis de la tarde, pues con un golpe de escritorio legislativo se decidió, en tiempos del expresidente Uribe, que la jornada laboral era hasta las diez de la noche. En esa época, el hoy senador del Centro Democrático gozaba de las mieles que le daban su alta popularidad de la lucha frentera contra la guerrilla, y disponía a su antojo de reformas laborales de gran aprecio por los empresarios y aplaudidas por los trabajadores.

Nada más ganador que defender las horas extras en tiempos de elecciones y eso fue lo que hizo Santos, con el agravante de que ahora le están cobrando la polémica con Zuluaga como una promesa de campaña, que de honrarla se meterá en una sinsalida de graves consecuencias para la generación de empleo formal. Un congresista oportunista radicó un pequeño pero profundo proyecto de ley que revive la Colombia laboral de esa década, cuando se cabalgaba en desempleo. Esta pilatuna populista le costará mucho a los empresarios y será un verdadero reverzaso en términos de modernización laboral. Se olvidan sus promotores que pagar más horas extras, recortando el horario hasta las seis de la tarde, no genera nuevos empleos formales, es más, contribuye al deterioro en los puestos de trabajo alcanzados a la fecha.

Desde el punto de vista de los socios del capital en las compañías, esa iniciativa legislativa es inconveniente, pues quiere adicionalmente que cuando se trabaje los domingos y los festivos, la remuneración tenga un recargo del ciento por ciento sobre el salario ordinario. Eso es una verdadera involución laboral que no será bien recibida por los inversionistas que buscan más competitividad a la hora de producir en Colombia de cara al aprovechamiento de los tratados de libre comercio. Recordemos que hace una década se buscó aumentar el empleo y dinamizar los sectores con mayor intensidad de mano de obra con la Ley 789 de 2002, que fue la que amplió la jornada laboral diurna hasta las diez de la noche y puso el recargo dominical en 75% del salario. Ojalá el Ministerio de Trabajo y sus técnicos no caigan en ese populismo sin sentido, pues lo que debemos hacer es tener como norte la generación de empleo formal para bajar el desempleo a tasas de 7%, como es la promesa de Santos; una meta bien complicada si se cae en la falacia de que moviendo la jornada laboral los que tiene empleo ganarán más.