Editorial

Por un Congreso más preparado

<p>El próximo domingo elegimos senadores y representantes, nos queda una semana para pensar en cómo no botar el voto.&nbsp;</p>

El país económico, empresarial y financiero, como un todo, necesita de un Congreso de la República de admirar, que recupere el liderazgo político perdido; que se erija como un foro de discusión, de pensamiento y que sea un referente institucional para construir la Colombia en paz de las décadas venideras. Y si eso es lo que queremos todos, el cambio arranca esta semana cuando más de 30 millones de colombianos aptos para votar deban decidir los nombres de los senadores y representantes a la Cámara que irán al poder legislativo hasta 2018, por ahora.

Los retos en el frente social y económico son inmensos, por eso debemos votar para cambiar, no votar para mantener las mismas estructuras obsoletas y corruptas que han castrado el desarrollo del país. Esta semana debe ser un momento crucial para pensar, analizar y decidir el nombre del senador y representante, como del partido, que más se ajuste a las necesidades individuales y colectivas. No podemos ser tiranos de la opinión pública y afirmar que no existen personas idóneas para darles el voto. En el tarjetón hay de todo, bueno, regular y malo, es por ello que alentamos a los profesionales de empresa, de finanzas, de la academia y el mundo económico en general, a que dejen el aire de desesperanza y voten en conciencia por alguno de esos colombianos que han prestado su nombre para mejorar las cosas. No todos son hampones y villanos, efectivamente hay gente preparada que damos fe desean hacer un buen trabajo por Colombia.

El país necesita reformas económicas estructurales que van desde un una nueva tributaria sensata, profunda y postmodernista, que solucione nuestro vetusto sistema de impuestos, una suerte de colcha de retazos hecha puntada a puntada por todos los ministros de Hacienda que pasan por el cargo con la necesidad de cumplir las metas y aumentar los recaudos. Pero para llegar a eso hay que tener senadores y representantes preparados, probos, que actúen sin mediciones económicas ni políticas, que simplemente piensen en mejorar el país de sus hijos y nietos. Un país en paz es mejor si comenzamos por decidir bien los nombres de quienes serán los congresistas.

Temas como la explotación de las minas, el resurgimiento del campo, la infraestructura, las reglas para los inversionistas, la tenencia de tierras, son solo algunos asuntos cruciales que deben debatirse en un Congreso serio y enfocado al bien del país. Queda una semana para revisar nombres, historias, perfiles y propuestas, porque es un asunto de todos no seguir, década tras década, equivocando los nombres que deben ir a las dos cámaras que deciden el futuro. No es el momento de pasar en blanco, es el momento de escoger bien.