Editorial

Por una perspectiva gremial más moderna

<p>Las opiniones de los gremios no deben ser coyunturales, deben obedecer a visiones más prospectivas para evitar la mediatización de su acción política</p>

La selección del nuevo presidente de la Federación de Cafeteros en un ejercicio democrático que bien vale la pena reconocer y ponerlo de ejemplo para extenderlo a otras instituciones particulares que manejan recursos públicos pero cuyo objetivo es favorecer los intereses privados, debe servir para plantear la discusión acerca de lo que significa y contribuye la actividad gremial, su capacidad para liderar procesos que trasciendan el mero ejercicio de buscar favores del Estado para sus afiliados y el aporte que se promueve desde esas organizaciones hacia la RSE.

Los tiempos han cambiado y eso no parecen entenderlo algunos sectores de la economía para quienes la simple operación empresarial constituye una condición necesaria y suficiente para recibir ayudas extraordinarias y exclusivas en dinero o en especie, ya sea por ejemplo por la vía de impuestos o protección frente al exterior. Y en esos términos conciben la actividad gremial como su representación para presionar la obtención de beneficios, a los que muchas veces ceden los gobiernos de turno para evitar críticas o cuestionamientos.

No cabe duda que la inversión y el desarrollo productivo por parte de la iniciativa privada es trascendental para impulsar el bienestar de un país y hay que defenderlo sin reparo alguno frente a quienes consideran que es el Estado quien debe manejar ese propósito. En esa perspectiva, la generación de empleo es en buena parte consecuencia de un sector privado vigoroso y rentable y cuando se enfrentan problemas se toman decisiones racionales que afectan esa ocupación y el crecimiento. Es una realidad que no se puede desconocer y el Gobierno debe procurar amortiguarla para hacerla lo menos costosa desde el punto de vista social.

Así, la política económica es responsabilidad de un equipo oficial dedicado a profundizar en la visión de Estado que se supone beneficia a todo el país y sectores, sin considerar las presiones de determinados segmentos con mayor o menos capacidad para influenciar en las decisiones públicas. Y ese es el primer punto que deben entender los gremios privados, comenzando por la industria y la agricultura, actividades clave para el desarrollo y el crecimiento económico, pero que deben modernizar su esquema de operación, como bien lo deja intuir la Misión Rural, para el caso del agro y cuyos resultados deben ser objeto de profundas reflexiones gremiales.

El país necesita gremios con una visión global y moderna que pongan como prioridad el progreso más allá de la coyuntura o de la obtención mediática de prebendas que luego de agotadas lleven a nuevos pedidos o a buscar hacerlas permanentes garantizando así la continuidad de quienes ejercen ese trabajo. En esto, el estudio y la planeación son determinantes para el buen ejercicio de la actividad, sin que ello implique la pérdida de independencia de estas asociaciones.