Editorial

Por una tercera legislatura más constructiva

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Este fin de semana se instala la tercera legislatura de un Congreso nuevamente salpicado por poco trabajo, muchos beneficios, pero ante todo, por su nulo aporte

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Diario La República · Por una tercera legislatura más constructiva

El Congreso de la República solo es noticia de cuando en cuando que se suben el salario, aumentan sus beneficios y privilegios, acciones o comportamientos deplorables que mantienen a las corporaciones, Cámara y Senado, como unas de las más impopulares del país. La segunda legislatura que termina en la sombra no solo fue muy pobre en términos de trabajo en función del país, sino escandalosa, pues los presidentes tanto de Cámara como Senado estuvieron cubiertos bajo el manto de la corrupción.

Nada se sabe aún sobre los resultados de las investigaciones sobre las denuncias públicas de uso de recursos del Ejecutivo para influir en los trámites de la formación de leyes. Ahora que empieza este próximo 20 de julio una nueva etapa de discusiones legislativas, deberían los otrora llamados “padres de la Patria” redoblar los esfuerzos para mejorar sus roles y funciones de cara al país; no solo porque falta aún una legislatura, la última que estará marcada por las inminentes elecciones de 2026-2030, sino porque la Colombia de hoy tiene nuevos retos, es un país en evolución social y le ha apostado, casi siempre, al cambio de costumbres en el Congreso.

Los senadores y representantes deberían ser hombres y mujeres probos, distantes de la voracidad tradicional por la burocracia y los contratos públicos. Siempre se habla de la renovación en el Congreso y quizá se logra con la llegada de nombres nuevos con otras costumbres, pero casi siempre terminan cooptados por los mecanismos financieros non sanctos de negociación de leyes que terminan aceitando la corrupción.

Esta tercera legislatura es definitiva para mostrar un trabajo más serio y efectivo de cara al país, de cara a la formación política que se va alineando para las elecciones presidenciales de un cuatrienio definitivo para la historia de Colombia; los representantes y senadores son definitivos para el trabajo regional y popular de respaldo para las propuestas presidenciales venideras. Pero la credibilidad deberá forjarse en esta legislatura, es un año de retos en el que tanto el Ejecutivo como el Legislativo han ganado en experiencia y prospectiva de para dónde va el país.

Los congresistas tradicionales, más los recién llegados a las corporaciones, los formados en las redes sociales o los medios de comunicación y los líderes natos, tienen que barajar de nuevo su futuro. La Colombia de la tercera década del siglo XXI necesita de congresistas trabajadores, honrados, con propuestas innovadores para mejorar la sociedad; el arte de los partidos políticos en el país no se ha logrado sofisticar, consolidar y aún hay congresistas que entran azules, verdes, rojos o amarillos, y terminan, a golpe de burocracia y contratos, respaldando colores que nos los eligieron.

La tercera legislatura es la de los congresistas, la de la libertad de trabajo, no está tan ligada al Gobierno ni hace parte de los acuerdos y componendas; es la más constructiva y como tal debe brillar en las apuestas por la construcción de país.

Ser congresista no es un trabajo cualquiera, es una labor por la gente, las ideas en función de un mejoramiento continuo del país. Su trabajo es con los proyectos sociales, con el desarrollo, con la disminución de las precariedades, no con la corrupción ni con el enriquecimiento con dinero público o privado, pues de lejos, es uno de los trabajos más lucrativos que un colombiano puede tener.

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legislatura - 20 de julio