Editorial

Preocuparse por los 2,5 millones de sin trabajo

<p>La única manera de que las nuevas generaciones rompan con el ciclo de probreza es que estudien, pero eso no se logra si no hay trabajos formales</p>

No hay peor drama social que el desempleo, aunque algunos expertos dicen que es la falta de educación, una afirmación que trae a colación el eterno dilema de qué fue primero: si el huevo o la gallina. Para nosotros no tener trabajo implica que no se pueda dedicar tiempo a estudiar. Un padre sin trabajo es un hijo sin estudio, situación que eterniza la pobreza por generaciones, hasta que alguien de la familia rompa el ciclo y pueda laborar, recibir un salario y garantizar educación a su familia. Hoy hay en Colombia un poco más de dos millones y medio de personas en edad de trabajar que no encuentran empleo; esa es una cifra muy elevada que no cede y las fuerzas tripartitas que tienen que ver con el problema no se ponen de acuerdo. Recordemos que son las empresas del sector privado las mayores generadoras de empleo; que los trabajadores con su productividad y competitividad son agentes dinamizadores del sector (aquí se cuentan los sindicatos), y que el Gobierno Nacional -a través del Ministerio de Trabajo- es un diseñador de políticas públicas en función de nuevos puestos de trabajo. Entre los tres agentes se deben diseñar estrategias que reduzcan el desempleo para que esos dos millones y medio de colombianos sin trabajo encuentren una alternativa. La idea no es ser un tremendista keynesiano que plantee que el Estado incorpore a su nómina muchos funcionarios que vivan del erario público; el punto es más bien que exista una coordinación entre los ministerios de Industria, Hacienda, Vivienda y Agro, en función de la generación de empleo, en desarrollo de los emprendimientos y en la ubicación sectorial y geográfica de soluciones al desempleo. Ayer se conoció el último informe de mercado laboral, que corresponde a febrero y se ubicó en 10,5%, dato que es superior en 0,5 puntos porcentuales a la del año anterior, cuando se situó en 10%, situación anómala que tiene que ver con los resultados de Bogotá y Cali, lugares que se estancaron. Las autoridades laborales deben tener en cuenta casos dramáticos como el de Cúcuta, con 18% de desempleo; Quibdó con 16,90%; Riohacha con 15,60% y Armenia 15,10%. Es esas capitales el drama se acentúa y contrasta con Santa Marta 8%; Barranquilla 8,2%; Bucaramaga 9,3% y Cartagena 9,5%, ciudades capitales que han tenido un buen desempeño desde hace varios años. En el total nacional para 23 ciudades se llega a 11,5%. Por sectores hay un S.O.S. en la construcción que pierde empleos en 4,2% y en la agricultura, ganadería y pesca donde aumenta 2%. Ninguno de los funcionarios de alto nivel responsables de solucionar los problemas de empleo, ni los mandatarios locales y regionales pueden quedarse sentados a mirar las cifras del Dane como si nada pasara; estamos seguros de que es imperativo diseñar políticas tripartitas para generar puestos de trabajo a los colombianos y por ese camino asegurar educación para las nuevas generaciones.