Editorial

Que baje la gasolina para diciembre

<p>Las arcas nacionales y municipales no deben depender de sobretasas y debemos sentir el petróleo barato.&nbsp;</p>

En Colombia se fija el precio del galón de la gasolina con una fórmula técnica en la que se tienen en cuenta variables como el precio internacional del petróleo con el que se calcula el valor al productor y comienza la cadena que arranca con los impuestos de IVA y global más los movimientos en la tasa de cambio. Luego se llega a un valor que no es del caso entrar aquí a analizar. Siempre que se cuestiona el esquema, el argumento de los expertos es que el valor del galón debería ser más alto por cuanto hay subsidios, si se le compara con la cotización externa, en términos de costo de oportunidad, esto es, que se podría vender toda la producción en el exterior y resultaría más rentable que venderla internamente, argumento que tiene validez teórica, pero deja dudas por cuanto la evaluación debe ir más allá, comenzando por la discusión acerca de la propiedad de los recursos naturales en términos de país.

La coyuntura de precios internos pasa por una situación especial que debe llevar a tomar decisiones correctas a las autoridades, en particular los ministerios de Hacienda y Minas. El primero, por cuanto los ingresos provenientes de la venta se ha convertido en un factor determinante de las cuentas fiscales y el segundo, porque buena parte de la política sectorial tiene el fundamento en esa variable, pues Ecopetrol soporta buena parte de los resultados. Las finanzas territoriales se benefician con los movimientos, existe relación por la sobretasa al consumo que beneficia a los municipios.

El precio internacional del crudo ha caído cerca de 25% en los últimos cien días, lo cual debería beneficiar a los atribulados consumidores, así sea que la reducción del precio no se de en la misma proporción. En Estados Unidos, por ejemplo, el precio del litro de gasolina fue de US$0,98 en agosto y en noviembre US$0,83, lo cual representa una rebaja de 18%, muy consecuente con la evolución de los precios internacionales. En nuestro país eso no ocurre porque las arcas públicas han convertido esa renta en una fuente de ingreso inflexible y segura que impide hacer esa transmisión en favor de los consumidores. La filosofía del esquema ideado aquí en el pasado, se debe rescatar y ponerse en práctica la relación directamente proporcional entre la cotización externa y la interna, con lo cual puede ganar credibilidad y no convertirla en lo que popularmente se conoce como la “ley del embudo”.

Ante la proximidad de la última revisión del precio, el Gobierno podría hacerle un reconocimiento a los consumidores reduciendo el precio en una proporción que los colombianos califiquen como un buen regalo de Navidad. No sería una medida irresponsable sino un reconocimiento a la realidad del mercado externo del crudo.