Editorial

Que la misión tributaria sea una realidad

<p>Lo malo es que solo se habla de impuestos en tiempos de reformas, hay que comenzar a estudiar la estructural ahora.</p>

Es cierto que las políticas públicas complejas o polémicas se dispersan en el tiempo y se esconden de los indicadores de gestión cuando se convoca a un equipo interdisciplinario, a una misión o a un comité que estudie en profundidad el tema. Bien dice quien afirma que la mejor forma de no hacer nada es convocar a una reunión para estudiar ‘desde todos sus puntos de vista’ un asunto particular; y eso parece ser lo que ha sucedió con la discusión tributaria de este final de 2014. La Ley de Financiamiento para el Estado ya pasó con todos los tropiezos y el desgaste, solo faltan las conciliaciones y la firma del Presidente para que se empiece a ejecutar con eficiencia, pero de esta ardua disputa entre Gobierno y gremios por los impuestos, nos quedan al menos dos enseñanzas importantes, que fácilmente se convierten en pendientes imperdibles.

La primera es que la discusión sobre la equidad va a ser muy compleja en los años venideros. Para nadie es un secreto que la mejor forma de redistribuir las inversiones sociales y la misma riqueza son los impuestos, entendidos como la manera más expedita de llegar a los necesitados. Es cierto que la carga tributaria para las empresas y para los colombianos con patrimonios líquidos por encima de los  $1.000 millones es alta si se compara con el resto de Latinoamérica e incluso los países emergentes, pero también es verdad que Colombia está entre los Estados menos equitativos del mundo, a la luz de los indicadores del Banco Mundial, la OCDE y demás instituciones que hacen los listados.

Entramos en la etapa primigenia de un posconflicto que nos ha desangrado por más de medio siglo y para llegar a un epílogo se necesitan nuevos recursos, pues es palpable la ausencia de inversión social en varias regiones generadoras de violencia. Claramente es mejor vivir en un país enfocado a mejorar su distribución del ingreso y la riqueza que uno enfocado en patrocinar una guerra fratricida que deja miles de huérfanos en todas las regiones. El tema de moda que debe volverse una tendencia en las políticas públicas, no es otro que la equidad social.

La segunda enseñanza de esta discusión tributaria, que deja al Ejecutivo respirar tranquilo, tiene que ver con la convocatoria para una especie de ‘misión tributaria’ que tiene la tarea ad honore de estudiar el abultado estatuto tributario colombiano y sacra una reforma tributaria estructural que reorganice los ingresos, se haga justicia en las tributaciones, y lo más importante, que mantenga una seguridad jurídica para los inversionistas y las empresas que generan empleos formales. El espíritu de esta reforma estructural debe ser la igualdad, más allá de solucionar la caja de los gobernantes de turno. Se necesita un buen sistema tributario.