Editorial
Racionamiento de agua en el país de las aguas
martes, 9 de abril de 2024
Nada explica que la capital de Colombia, uno de los países con más ríos y dos océanos, tenga que racionar el líquido por el desgreño de los gobernantes que no hacen planeación
Editorial
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, no tiene la culpa ni mucho menos la actual gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá, Natasha Avendaño, dos funcionarios a quienes les correspondió ponerle la cara a un racionamiento de agua no solo en la gran capital colombiana de más de 10 millones de habitantes, sino de la Sabana extendida, región que puede representar más de la tercera parte de la economía de Colombia, quizá 33% del PIB, pues solo la capital supera 24%. ¡Pero está sin agua! Increíble en un país que se precia de estar bañado por los océanos del Atlántico y el Pacífico, al tiempo que es surtido por las selvas tropicales de la Amazonía y Orinoquía, pero lo más elocuente es que Colombia, después de Brasil, son los países con más ríos en la región, dicho de otra manera, los más privilegiados en sus sistemas hídricos. Sin contar que la región del Pacífico (Nariño, Cauca, Valle y Chocó) es la tercera del mundo con mayor pluviosidad. La cantidad de recursos hídricos aprovechables en Colombia está estimada en 93 millones de metros cúbicos al año; los páramos son fábricas de agua que garantizan zonas húmedas casi todos los días del año, sin embargo, esta abundancia no garantizó que los abundantes recursos hídricos renovables se mantengan y que absurdamente Bogotá se vea obligada a racionar agua; una medida que no se presentaba desde hace 40 años; casi el mismo tiempo que en la capital de Colombia no se habla de un nuevo embalse para proveer las aglomeraciones del líquido. Las llamadas corporaciones autónomas regionales que deberían planear al largo plazo con el Ministerio de Ambiente reservorios de agua, más represas y embalses, se han convertido en entidades burocráticas dedicadas a otorgar licencias de explotación de acuíferos, explotaciones agropecuarias o tala de árboles pero no de tener políticas públicas dedicadas a un verdadero sistema nacional de agua. En Colombia hay agencias, direcciones o departamentos para todas las necesidades, menos para el agua, quizá sea el momento, antes de que las cosas se compliquen o haya un efecto dominó, que exista una suerte de agencia nacional del agua que trabaje con la cartera de Ambiente y con las llamadas CAR para que ningún municipio o región tenga que experimentar la penosa situación de racionar agua en un país lleno de inundaciones y de riqueza hídrica en todos sus rincones. Menos aún que toda la política pública de acueductos y de generación eléctrica dependa de si hay o no hay fenómenos de El Niño o La Niña; el país nada en recursos hídricos, tiene selvas, bosques de niebla, mares y grandes ríos, es impresentable que sea la ciudad capital la que experimente una situación que pasa la cuenta de cobro a las anteriores administraciones. El agua es uno de los recursos renovables con más escasez, clave para la electricidad y para el funcionamiento del país; no puede tomarse esta noticia como una más en la que simplemente se acepte como venga. Si hoy hay racionamiento es porque alguien atrás no hizo el papel de planear el futuro; lo más fácil siempre será echarle la culpa a un fenómeno climatológico, pero no es así, la culpa de que los bogotanos no tengan agua es de los gobernantes pasados que fueron inferiores al reto de mantener los embalses y controlar las construcciones en las riberas de los ríos.