Editorial

Realismo y responsabilidad en empalme local

<p>Los alcaldes y gobernadores deben hacer un idóneo empalme con las autoridades salientes y enfrentar una economía que no pasa por un buen momento.</p>

Definidos los nombres de los alcaldes y gobernadores arranca la etapa de empalme con los mandatarios salientes, proceso muy importante que permitirá a los nuevos gobernantes conocer la realidad de lo que reciben, ajustar sus promesas a la realidad financiera y determinar el grado de continuidad de la administración, bajo el lema que debe guiar la ruta de “construir sobre lo construido”.

Resulta evidente que muchos de los nuevos inquilinos de la administración lograron su cometido cuestionando las realizaciones de quienes dejan los cargos al finalizar este año, lo cual es políticamente legítimo y válido y esta es quizá la primera reflexión sobre la que se debe trabajar, en el sentido de que pasada la contienda el objetivo no puede ser otro que el de buscar la reconciliación y las buenas maneras, pues los ganadores no gobernarán solo para sus votantes, sino para toda la comunidad, en el entendido que las necesidades y soluciones no tienen color o partido político, sino que deben responder a un criterio general.

Hay asuntos que deberán tener una especial relevancia y que deben ser tenidos en cuenta desde el mismo comienzo de la gestión. El primero de ellos es la conciencia generalizada sobre que la economía nacional no pasa por un buen momento como consecuencia, entre otros factores, por la dramática caída de los precios internacionales del petróleo, y que no solo afecta a las finanzas del gobierno central, sino a las distintas regiones por la reducción de los ingresos y las regalías que se reciben por ese concepto y por la menor inversión en programas y proyectos de las empresas vinculadas a la explotación de los recursos naturales, en particular, la minería y los hidrocarburos. Con seguridad que los planes de austeridad del gobierno central se sentirán en las regiones.  Así, los nuevos mandatarios deberán enfrentar una realidad muy distinta a la de sus antecesores y, en ese sentido, deben prepararse para ello. Como consecuencia, seguramente las protestas aparecerán como mecanismo de presión para alcanzar nuevas reivindicaciones o garantizar las ya existentes y los burgomaestres deberán tener la capacidad de respuesta y conciliación. 

Los ciudadanos del común esperan respuestas a sus problemas concretos antes que discursos y cortes de cuentas de confrontación y en ese orden, las semanas que quedan antes de finalizar 2015 deberán ser utilizadas para conformar los equipos de trabajo y diseñar los primeros programas para que la improvisación no sea la tónica en los primeros meses de gobierno. 

Es claro que la responsabilidad de los destinos locales la tienen las administraciones y lo que debe hacer el Gobierno Nacional es apoyar el proceso. Muchos son los asuntos que estarán a cargo de quienes obtuvieron el favor de los electores el pasado 25 de octubre, pero lo que es claro es que la expectativa de arranque es clave y marcará el rumbo. No hay espacio para equivocarse, so pena de pagarlo en términos de reconocimiento.