Editorial

Reconocimiento al colombiano más amenazado

El jefe de impuestos, Juan Ricardo Ortega, libra una batalla contra la corrupción y sus enemigos se empiezan a sentir

El jefe de impuestos, Juan Ricardo Ortega, libra una batalla contra la corrupción y sus enemigos se empiezan a sentir

El estilo, la personalidad y el carácter del director de la Dian, Juan Ricardo Ortega, puede ser que no le gusten a muchas personas, pero sus resultados al frente de las aduanas y los impuestos son excelentes; máxime en un país que había tenido desde siempre, y hasta hace un par de años, una entidad recaudadora de tributos capturada por auténticas bandas de corrupción amparadas por los políticos de turno, quienes manejaban a su antojo esa importante dependencia económica como un vulgar fortín burocrático; desde donde se devolvían favores tributarios a los patrocinadores de campañas electorales.

Esa situación está cambiando para bien de todos los colombianos. Pero no hay que cantar victoria, porque la Dian sigue siendo una Caja de Pandora desde la que pueden salir muchos males que se propagarían a lo largo y ancho del país político y económico. Las extorsiones a los importadores, la mala liquidación de las regalías, la falsificación de declaraciones de renta, el borrado general de impuestos a compañías inescrupulosas, entre otros muchos males, son algunos de los monstruos que siguen estando presentes en la entidad, pero que poco a poco y en menos de dos años, se han empezado a atacar de frente. El responsable de esa lucha es el Director de la Dian, quien tiene las dimensiones en el ser y el hacer para enfrentar los males que se habían apoderado de la entidad. Es economista de la Universidad de los Andes, Máster en Finanzas, Economía y Matemáticas de la Universidad de Yale, y candidato a Doctor en Desarrollo Económico de la misma universidad. Hijo de Francisco Ortega, quien fuera por tres décadas gerente del Banco de la República.

Lo que pocos saben es que es uno de los funcionarios más amenazados por esas mismas mafias que no solo tenían bajo control la Dian, sino que patinaban reformas tributarias a la medida de los gremios, de los senadores y de todos los intereses particulares que siempre prevalecían sobre los individuales. Arranca su primera reforma tributaria en el Congreso en medio de la voracidad de los congresistas; no será un proyecto de ley estructural que unifique el asunto tributario colombiano, pero será una iniciativa más expedita que busca avanzar en la equidad nacional en materia de impuestos. El Presidente y los empresarios a los que le duela el país, deben cerrar filas en torno a la protección de un funcionario que no solo ha elevado los recaudo de $70 billones a $100 billones (meta 2012), sino que ha elevado a un carácter técnico a una entidad que carecía de ello.

No todo puede ser crítica descarnada en contra de la actual administración; así como cuenta con funcionarios pésimos que se enquistan en sus roles y funciones, hay otros grandes profesionales a los que hay que proteger y preservar.