Editorial
Reflexión para el día de San Valentín
martes, 5 de febrero de 2013
El 14 de febrero, gran día para los exportadores de flores, es una oportunidad para ir más allá de los lamentos
El 14 de febrero, gran día para los exportadores de flores, es una oportunidad para ir más allá de los lamentos
No es sino revisar los archivos de prensa en Colombia para encontrar que por estos días los informes periodísticos sobre la economía y los negocios se llenan de noticias sobre las expectativas de ventas de flores de los exportadores colombianos para el Día de San Valentín que se celebra el 14 de febrero. La espina dorsal de las reacciones de los floricultores siempre es la misma: la eterna queja por el dólar barato, los altos precios de los insumos agropecuarios, la elevada mano de obra, y el pésimo estado de la infraestructura, que no los hace competitivos frente a varios países de África o vecinos como Ecuador.
En todos esos lamentos tienen razón. El peso se ha revaluado de manera crónica y no hay herramienta que no haya usado el Banco de la República que baje el precio del dólar. En esta materia estamos en manos de las políticas monetarias de Estados Unidos que desde hace más de un lustro decidió que el dólar debía competir con las monedas de los países emergentes para hacer una economía competitiva. Así pues, en materia de revaluación hay que aprender a ser competitivos con un dólar barato, tal como lo han aconsejado los grandes economistas y los centros de investigación de la banca multilateral. Frente al precio de los insumos agropecuarios hay una luz de esperanza y tiene que ver con la puesta en marcha de los tratados de libre comercio que deben abaratar los costos de importación, que son muy altos en el sector agropecuario en donde este apartado tiene un peso importante.
La mano de obra es un lío estructural en el campo, pues es muy costosa si se compara con países de la región. Los empresarios agro exportadores se ven enfrentados a este costo que es muy alto y que no tiene revés, pues no es nada popular hablar de salarios mínimos diferenciados por sectores. Y la infraestructura es el eterno problema nacional: malas vías, aeropuertos deficientes, malas tecnologías en el sector rural, poca inversión, etc. En este último frente no hay soluciones gubernamentales a la vista y hay que hacer empresa con lo que se pueda ser más competitivo.
Pero hay una verdad que supera cualquier crítica y es que en medio de tantos problemas los floricultores puedan vender más de US$900 millones de sus productos, que empleen a miles de personas en el sector rural de la Antioquia, Cundinamarca, Valle y Cauca, y que sean campeones mundiales en diversificación. Cada vez que una flor se vuelve un commoditie en un mercado, los empresarios colombianos se renuevan y meten otra variedad al mercado. Esa capacidad de reinventarse de abrir mercados es la real esperanza de que no todo está perdido y que la revaluación debe dejar de ser el monstruo de mil cabezas.