Renace el miedo a la devaluación precipitada
viernes, 14 de junio de 2024
El peso es la moneda más devaluada en junio con 6,77%, una situación que no se veía desde diciembre del año paso, lo que dispara las alertas por los efectos en la inflación
Editorial
Los resultados electorales en México, la baja expectativa de que la Reserva Federal toque las tasas, la estabilización de los precios del petróleo y la debilidad económica colombiana durante el primer trimestre, son algunos de los factores que han hecho que el peso se devalúe inesperadamente en casi 7% desde el comienzo de junio y que profundice en la última jornada cuando un dólar pasó de costar $4.000 a más de $4.100.
El país experimenta un viento devaluacionista inesperado, pues desde diciembre del año pasado la moneda no costaba más de $4.000, lo que lleva a identificar los factores que están incidiendo en esta situación.
La devaluación monetaria colombiana de estos días tiene efectos negativos en los precios de bienes y servicios importados, recordando que casi 30% de la canasta familiar es conformada por productos que vienen de otros países, así mismo, la sorprendente devaluación ocasiona menor poder de compra de la moneda local y la disminución de la capacidad de comprar bienes y servicios importados, como es el caso de las frutas, alimentos marinos y servicios de streaming, solo para citar unos ejemplos.
La precipitada devaluación, no vista durante este 2024, y que tiene que ver con la pérdida de valor del peso colombiano, tiene su origen en el contexto económico actual, marcado por una fuerte incertidumbre; no obstante, las externalidades están también afectando el panorama.
Los costos de producción locales son altos cuando se comparan con algunos países de la región, haciendo que muchos bienes y servicios provenientes de Chile, México, China o el mismo Estado Unidos, sean más competitivos, pues el precio de producir aquí es mayor al de países competidores.
La mano de obra colombiana, por ejemplo, se ha disparado en el sector agropecuario y producir una naranja, un kilo de café o un aguacate se ha incrementado, pues hay una diáspora laboral en las regiones productoras; situación que no se experimenta en países que compiten con los mismos productos. En ese caso, la devaluación permite mejorar las exportaciones, pero encarece las importaciones.
Si se planea bien la situación, esta inesperada devaluación es un mecanismo para la necesaria reactivación económica, máxime cuando Colombia aún conserva el peso para los pagos internos. El peso permite devaluar en economías no dolarizadas y aumentar la competitividad, es decir sacarle partido a la tasa de cambio.
Una devaluación silenciosa como la actual, puede reducir algunos costos de producción en el largo plazo, baja el costo de las importaciones, reduce salarios comparativos y globalizados, además de aumentar la producción por demanda; esto de cara a los empresarios, pero es un pésimo aliado de la economía familiar al ligarse a la inflación de importados, al desincentivo del turismo internacional y a las compras por internet.
Puede ser bueno para la economía producir bienes y servicios mucho más baratos para aumentar lasexportaciones, pero malo para el consumo familiar. Un pequeño aire de devaluación le permitirá a Colombia sacarles más provecho a las ventas de carbón, café y petróleo, pero para lograrlo debe darse una política de beneficios y de mayor producción. Con un dólar caro se reciben más pesos a cambio, pero hay que tener planeado qué hacer con ese dinero.