Responsabilidad y concertación en discusión salarial
miércoles, 30 de octubre de 2019
Se avecina la discusión anual que más impacta a las empresas y a la generación de empleo: el salario mínimo, un asunto que no solo debe ser concertado sino manejado con responsabilidad
Editorial
En 15 días comienza la discusión del salario mínimo que regirá para 2020 en medio de un tenso clima laboral y social, factores que obligan a los gremios económicos y a las centrales obreras -en representación de las empresas y los trabajadores respectivamente- a echar mano de las casi siempre ausentes responsabilidad y concertación para llegar a un buen término y que el pago mínimo mensual beneficie a todos los actores de la economía. No es una discusión tripartita como siempre se ha pintado, el Ministerio de Trabajo es solo un notario de la exposición de ideas entre empresarios y trabajadores, ahora bien, si los dos no se ponen de acuerdo, el Gobierno Nacional decreta el salario mínimo como siempre ocurre. Ojalá este año sea la excepción y ambas partes alcancen un acuerdo sin que el Ejecutivo intervenga. Un salario mínimo o menos en Colombia lo devenga 44% de la población y el monto en este momento es de $828.116 que más el subsidio de transporte queda en $925.148; tradicionalmente ha subido en los últimos cinco años entre 4,05% y 7%, lo que lleva a hacer un pronóstico de que la cifra concertada, sin contar el subsidio, deberá estar entre 4% y 5%, es decir, unos $40.000 para quedar en $868.116. Quizá lo importante de esta discusión no es el ingreso de las personas que lo devengan, pues es a los 48 millones de colombianos que afecta, sino también porque es la unidad para ajustar multas de tránsito, sanciones y demandas judiciales y es un automatizador del Índice de Precios al Consumidor, pues esa alza casi siempre se aplica en enero a todos los bienes y servicios, por lo que no es una discusión simple.
Pero como siempre ocurre en Colombia es un problema que solo se trata al final de año en medio de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, cuando la importancia del asunto obligaría a que los ministerios de Hacienda y Trabajo, más el Banco de la República, aborden la discusión con más profundidad en otros momentos del año. Toda la banca multilateral ha insistido en que el salario mínimo en Colombia es alto y que su elevado monto le hace perder competitividad a las exportaciones, una hipótesis que debería estudiarse, pero al mismo tiempo analizar si esos casi US$250 mensuales alcanzan para comprar la canasta familiar básica, máxime cuando la devaluación ronda 16% y crecen los productos y servicios importados.
Está claro que un elevado salario mínimo no deja generar más empleo formal, especialmente en las pequeñas y medianas empresas, y que es el dato que le daña la ecuación a los emprendedores. Elevar el salario mínimo sin importar la región, el sector económico o el lapso es algo injusto; es una tarea que está por hacer en Colombia. Lo primero es avanzar en el trabajo por horas y socializar que el salario mínimo tendrá como referencia una hora de trabajo, no una semana de 48 horas o un mes de 30 días. Eso ya lo han hecho otros países y les ha dado resultado. Lo otro es renombrar la discusión: está claro que si se discute sobre la palabra “mínimo”, las partes enfrentadas se empeñarán en “máximo”. Puede ser “básico”. No es cuestión de semántica, es simple responsabilidad y concertación. Lo mismo ocurre con las regiones y los sectores económicos; está claro que en el sector minero el salario es más alto que en el comercio por las características de los trabajos. Es una gran discusión que siempre se da en las carreras de fin de año.