Editorial

¿Se volvió paisaje el Plan de Desarrollo?

<p>La tarea del Gobierno es seguir una hoja de ruta seria, no remendar sus políticas a punta de protesta social</p>

La Constitución de 1991 reza en su artículo 339 del Título XII: “del Régimen Económico y de la Hacienda Pública”, Capítulo II: “De los planes de desarrollo”, el Plan Nacional de Desarrollo se compone de una parte general y un plan de inversiones de las entidades públicas del orden nacional. En la primera se señalan objetivos de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal en el mediano plazo y las estrategias de la política económica, social y ambiental que serán adoptadas por el Gobierno. Mientras que en el plan de inversiones se desglosan los presupuestos plurianuales de los principales programas y proyectos de inversión pública y la especificación de los recursos financieros requeridos para su ejecución y, sus fuentes de financiación. En pocas palabras, es el documento que sirve de base y provee los lineamientos estratégicos de las políticas públicas formuladas por el Presidente de la República a través de su equipo de Gobierno.

Más o menos esa es la descripción que hace el Departamento Nacional de Planeación del plan nacional de desarrollo y acota que “es el documento que sirve de base y provee los lineamientos estratégicos de las políticas públicas formuladas por el Presidente a través de su equipo de Gobierno. Su elaboración, socialización, evaluación y seguimiento es responsabilidad directa del DNP”. En ese marco, Colombia ha sido ejemplo desde el primer Gobierno del Frente Nacional y con el paso de las seis décadas de ese suceso, ha ido fortaleciendo ese instrumento de trabajo gubernamental, pero vemos cómo en las dos últimas administraciones reelegidas, la línea de ejecución se difumina, perdiéndose el impacto que traían los grandes planes de desarrollo de la historia como: Las Cuatro Estrategias, El Salto Social, La Revolución Pacífica o Para Cerrar la Brecha, hojas de ruta claras precisas y medibles que bien se podían evaluar desde la lupa de una evaluación de políticas públicas.

La preocupación que nos asalta sobre el Plan Nacional de Desarrollo es que esté convirtiendo en una tarea para salir del paso y que todos los ministerios y entidades públicas de orden nacional se encarguen de ponerle arandelas con el paso del tiempo bajo presión de la infaltable y legal protesta social. ¿Dónde está el Consejo Nacional de Planeación? ¿Cuál fue su aporte real? El Gobierno Nacional con este “Todos por un Nuevo País” debe trazar las bases de la nueva Colombia en el posconflicto, un derrotero que no había existido en ninguna otra administración, tan cercano como el que ahora han alcanzado los diálogos de La Habana. El plan de desarrollo debe ser real y debe medirse en el tiempo y para eso la Carta Magna del 91 previó el olvidado Consejo Asesor de Planeación, hoy no tenido en cuenta.