Editorial

¿Sentarse a esperar la desaceleración?

No hay que mirar solo los datos económicos locales para vaticinar una eventual desaceleración, hay que vigilar a Europa

Se empieza a agitar de nuevo el debate sobre el crecimiento, la eventual desaceleración y la pérdida de ritmo de la economía colombiana. Tres asuntos interdependientes que serían nefastos para el país en un momento en el que las cosas se están dando y que vivimos un irrepetible cuarto de hora en materia de inversión extranjera, acuerdos comerciales, buenas calificaciones en materia de riesgo, y lo que es mejor, un optimismo empresarial a la luz de un consumo dinámico.

Se habla de 'una fuerte desaceleración' que le pasaría la cuenta de cobro al crecimiento que seguramente no será el mismo del año pasado, cuando la cifra del PIB alcanzó un sorprendente 5,9%, uno de los mejores de América Latina. Casi todos los pronósticos para este 2012 -que ya casi llega a su primer semestre- son muy conservadores, incluso cercanos a un 4,5% en promedio, una situación que se vaticinó desde hace varios meses y que no sorprendió a nadie cuando se dieron. La revisión a la baja por parte de la banca multilateral y por varios de los centros de investigación de universidades, entidades bancarias y de corretaje, se hace más por factores externos que internos.

La desaceleración del comercio no es muy grande y es la habitual por estos meses; el crecimiento de la cartera se está previniendo desde la Superintendencia y el mismo Emisor; la contracción de la industria en marzo es importante, pero no obedece a una tendencia generalizada, y finalmente, la caída de las licencias de construcción, es una situación real que seguramente se revertirá con la aprobación de los planes de desarrollo de las alcaldías y las gobernaciones en todo el país. La caída manufacturera en marzo pasado fue cercana a un punto porcentual y la ocasionó el sector petrolero en sus negocios de refinación, petroquímica y plásticos, y obviamente, por los precios más bajos del crudo en todos los mercados.

De presentarse una eventual desaceleración de la economía, las razones o las causas provendrán seguramente del contexto internacional y no de factores internos que gozan de un duradero optimismo. Es cierto que hay que mirar en detalle los indicadores fundamentales para vaticinar el rumbo económico del segundo semestre, pero más pendientes debemos estar del ritmo de la economía estadounidense en un momento electoral; de la pérdida de ritmo de China que afectaría automáticamente a Brasil que es su mayor aliado comercial, y por supuesto, hay que estar vigilantes con el desenlace de la crisis de deuda de España e Italia.

No hay que sentarse a esperar una desaceleración económica, hay que tratar de extender en el tiempo los buenos indicadores que generan bienestar.