Editorial

Sí a inversión extranjera, pero de calidad

No todo lo que llega es inversión de calidad y debe haber un índice de empresas que no cumplen en la región

No todo lo que llega es inversión de calidad y debe haber un índice de empresas que no cumplen en la región
Técnicamente la inversión extranjera se define como la colocación de capitales a largo plazo en otro país con el objetivo de crear  empresas para ganar mercados más allá de las propias fronteras. Y las empresas que trazan esa hoja de ruta tienen en cuenta el tamaño del mercado, la fuerza laboral, la ubicación geográfica, la seguridad jurídica, y sobre todo, el ingreso per cápita de los habitantes o el ritmo de crecimiento del país elegido. Hoy en día todos los países del mundo son susceptibles de recibir inversión, incluso los más peligrosos ofrecen grandes ganancias a los inversionistas que arriesgan sus capitales. Ya hay pólizas en el sistema asegurador global hasta para llevar recursos a los destinos más convulsos en donde las firmas calificadoras de riesgo ni siquiera consideran en sus mapas.
La entrada de inversión extranjera directa a Colombia se contrajo 6,5% entre enero y abril de este año a US$5.490 millones, en comparación con el mismo periodo del año pasado. La inversión extranjera destinada a la industria energética bajó 2% a US$4.604 millones y la dirigida a otros sectores cedió 24% a US$887 millones. Dice el Banco de la República que los flujos de capital foráneo hacia la energía (minas, petróleo y gas) representan casi 84% del total de la inversión extranjera directa. El año pasado se recibieron por el concepto de inversión extranjera directa unos US$16.676 millones, una cifra que registró un récord histórico.
Pero hay un problema grande y es que el concepto de inversión extranjera está muy devaluado, pues muchos capitales que llegan no cumplen verdaderamente con las condiciones de largo plazo. Muchas empresas llegan y compran compañías locales para un crecimiento inorgánico y poco o nada le transfieren al país, pues su aporte de capital se esfuma entre negociaciones en el exterior. Comprar una empresa local y cambiar el cartel no es una inversión que merezca mucho aplauso. Si miramos inversiones centenarias en Colombia de empresas estadounidenses o alemanas que se establecieron y echaron raíces desde el siglo XIX, eso si que tiene mérito, pues no solo generaron riqueza local, sino que formaron nuevos ejecutivos que se convirtieron a la postre en empresarios.
Hay un tipo de mal llamada inversión extranjera y es la que viene a ganarse licitaciones, especialmente de infraestructura, gana dudosamente el contrato, no hace nada, demanda al Estado y todo se zanja cinco o diez años después con una reunión entre el CEO de su multinacional y el Presidente de la República de turno. Hay muchas compañías extranjeras que son expertas en ganarse licitaciones en todo el vecindario, pero nunca entregar las obras. Debe haber una especie de índice de los expertos en tribunales internacionales.