Editorial

Túnel de la Línea le gana la partida a 28 presidentes

<p>Parece una tomadura de pelo, pero abrirán una nueva licitación para terminar el eterno y esquivo Túnel de la Línea, muestra de la incompetencia.&nbsp;</p><p>&nbsp;</p>

El 7 de agosto de 2018 el presidente Juan Manuel Santos pasará a la historia como el mandatario número 59 de la historia nacional. Muchas cosas logró en términos de paz, desarrollo económico y desatraso de la infraestructura, pero al igual que 28 de sus antecesores no pudo con el Túnel de La Línea, una obra rebelde no tanto por la geografía de la Cordillera Central de los Andes, sino por la baja capacidad de ejecutarla de cientos de ingenieros y docenas de empresas de construcción nacionales y extranjeras que se han comprometido a entregarla al servicio, pero sin resultados concretos.

El eterno anhelo de los empresarios de poder unir al puerto de Buenaventura con Bogotá, en menos de nueve horas, sigue estando aplazado y el mito de que más vale transportar un container entre el Pacífico y el interior del país, que de Taiwán o Seúl a Buenaventura, parece convertirse en realidad. Nadie duda de la necesidad imperiosa de poner al servicio de la economía colombiana el famoso agujero entre montañas más largo de Colombia, que en los planos de ingenieros y el Power Point de varios gobiernos, será de 8,6 kilómetros, 23 puentes y 18 túneles de diferentes longitudes, pero se ha avanzado muy poco y la luz al final del túnel no se ve, muy a pesar de que varios gobiernos han puesto primeras piedras, se han roto botellas de champaña y se ha entusiasmado a los importadores y exportadores de que el Océano Pacífico por fin estará más cerca del país andino.

Lo peor de todo, es que el Túnel se ha convertido en más que una ilusión en un agujero negro que se traga todos los recursos presupuestales escasos, quema a docenas de ministros de Obras Públicas, Transporte o Infraestructura y deja en ridículo a un puñado de presidentes de la República que se han atrevido a inaugurar la obra. No hay derecho que ahora la administración actual abra una nueva licitación, por $200.000 millones, para concluir un 12% que falta, todo porque la Unión Temporal Segundo Centenario, consorcio encargado de las obras solicitó una nueva prórroga de 75 días (ya le han concedido cuatro) para terminar el importante proyecto, echándole la culpa a situaciones como el paro camionero, las lluvias, el riesgo geológico y a retrasos en los pagos por parte el Instituto Nacional de Vías, argumentos que son una verdadera toma de pelo para los colombianos.

Bien se dice que al país económico le sobran abogados, le faltan buenos ingenieros y empresas de ingeniería responsables, que no solo se ganen las licitaciones con buenos precios, sino que entreguen las obras oportunamente, una muestra de esta situación es esa mega obra que debe pasar por debajo las montañas de Los Andes colombianos, algo que en pleno siglo XXI pareciese simple dados los desarrollos tecnológicos en la ingeniería actual, pero que por razones de la corrupción y de la idiosincracia de los políticos no se ha podido concretar.