Editorial

Un acertado relevo en el Ministerio de Defensa

<p>Los ministros son para cambiarlos, son un instrumento de ejecución de políticas y no debe haber sorpresa porque se roten o se vayan.</p>

La decisión del presidente Santos de hacer un relevo en la cartera de Defensa con el nombramiento del Embajador en Washington y el traslado del saliente ministro a esa representación es acertada. Lo primero es que no puede haber enemigos de la paz dentro ni fuera del Gobierno, si hablamos de la defensa de la democracia y de estar dentro del marco de la Constitución. Y en ese entendido ni el Ministro que se va y quien llega están en contra, como tampoco lo están los distintos sectores sociales, la dirigencia política ni la clase empresarial. Otra cosa son los matices o la instrumentación del proceso.

Juan Carlos Pinzón dio señales de ser defensor de la paz, así lo hiciera en un tono que parecía no coincidir con el alto gobierno, pero que en realidad era solo eso, pues acusar de asesinos y bandoleros a los grupos ilegales sobre quienes debe caer el peso de la ley, no es nada distinto a lo que plantea y piensa la mayoría de los colombianos. Nada diferente se espera del nuevo titular y nada va a cambiar en la ruta de las negociaciones.

Sin embargo, la llegada de Luis Carlos Villegas al Ministerio de Defensa sí tiene elementos a destacar, el primero de los cuales es la confianza que le tiene el sector empresarial por la representación que llevó al frente de la más importante asociación empresarial y en la cual dio pruebas contundentes sobre la defensa de los principios que inspiran el desarrollo económico y social en Colombia, tarea en la cual el trabajo y la voluntad empresarial son condiciones sin las cuales no hay avance alguno. En ese orden, con toda seguridad si algunos sectores tenían dudas al respecto, Villegas deberá despejarlas.

El nuevo Ministro sabe lo que está pasando en La Habana, pues estuvo en la primera etapa y conoce de cerca tanto al equipo negociador del gobierno como a la contraparte y así, su comunicación con las tropas y con el país, en lugar de tratar de demostrar que tiene el mando se inspirará más en un fluido convencimiento y confianza.

Más allá de las implicaciones que sobre el proceso de paz tenga el relevo enunciado, la opinión pública siempre se ha planteado asuntos como la eficiencia y el manejo administrativo que deben imperar en las Fuerzas Militares, incluyendo asuntos puntuales como las denuncias sobre prácticas corruptas de algunos de sus miembros. Por su experiencia empresarial, Villegas tiene la oportunidad para corregir las fallas. 

Tanto el nuevo Ministro como el Embajador en Washington tienen la confianza del presidente Santos y de los colombianos. Es el comienzo para esperar de ellos una buena gestión en función de los intereses del país. Lo demás es especulación y pretender obtener réditos donde no están. Poco a poco, el Presidente va poniendo sus fichas en pos del posconflicto que cada vez se siente más cerca y la dirigencia nacional debe estar preparada.