Editorial

Un aeropuerto no es solo cemento

A Eldorado le sigue pesando no estar conectado con Transmilenio, y lo peor, el Gobierno no hace nada

A Eldorado le sigue pesando no estar conectado con Transmilenio, y lo peor, el Gobierno no hace nada
Cayó como un baldado de agua fría que uno de los mayores intermediarios en ventas de viajes en Europa, que ofrece vuelos de más de 100 compañías áreas y cubre un total de 60.000 rutas diferentes en 30.000 destinos por todo el mundo, como lo es eDreams, haya rajado al recién rediseñado Aeropuerto Internacional Eldorado de Bogotá en la tradicional lista de los mejores y peores aeropuertos del mundo. Automáticamente, la reacciones no se hacen esperar y saltan toda clase de comentarios, unos más asertivos que otros. Pero si nos detenemos a ver los puntos de calificación, nos damos cuenta que un aeropuerto no es solo tamaño, diseño, cemento y hierro.
La terminal aérea de la capital de Colombia quedó ubicada en el cuarto lugar dentro de los peores aeropuertos, según la encuesta que se le hizo a miles de usuarios en 2012. Se acepta la disculpa de que muchos de quienes opinaron no han usado las nuevas instalaciones de Eldorado en la parte de vuelos internacionales, pero eso es una anécdota, pues nuestro aeropuerto más importante sigue teniendo serios problemas que van más allá del diseño, el cemento y el hierro. Por ejemplo, los consultados por eDreams califican muy mal estos aspectos de un aeropuerto: demasiado pequeños, escasos servicios, oficinas de aduanas, personal inexperto sin capacitación para hablar otros idiomas y lo más elocuente para nosotros: “inadecuado sistema masivo de transporte que conecte la terminal con la ciudad”.
Poco o nada pesa que sea bonito, tenga techos altos o mucha luz. Lo que más le importa a un viajero es que se presten servicios de manera eficiente. Casi todos los funcionarios que atienden al público no hablan inglés; las filas son eternas; las maletas se revisan sin respeto, y los empleados de algunas aerolíneas no se enfocan en prestar un servicio y actúan como si estuvieran obligados. Pero eso no solo pasa en Eldorado de Bogotá. Hay terminales aéreas verdaderamente insoportables para los viajeros por la escasa amabilidad, eficiencia y servicio de las personas encargadas de la atención al público. Y ni qué hablar de los problemas una vez aterriza el avión: los tiempos de carreteo, la lentitud para entregar equipajes, los pocos puntos de información y el caos de los taxistas.
Eldorado para estar cerca, al menos de un aeropuerto como el de Lima, debe mejorar en eficiencia al pasajero y en conectividad con la ciudad. Sigue siendo inconcebible que el Gobierno Nacional a través del Ministerio de Transporte no haya solucionado el par de kilómetros que conectan el aeropuerto con Transmilenio. Le echamos la culpa al Presidente y su Ministra, porque con el Alcalde Mayor de Bogotá, no hay caso en seguir reclamando esta importante vía, puerta de entrada al país.