Un Gobierno con el sol a las espaldas
lunes, 28 de julio de 2025
A un año de entregar el mandato, la actual administración nacional, debe concentrarse en cuñar las buenas cifras macroeconómicas y mejorar el legado que dejará en materia fiscal
Editorial
Los fundamentales de la economía a un año de terminar la administración de Gustavo Petro no son malos como aparentan. Incluso, algunas muestran promedios mejores a los de la historia reciente, no obstante, hay muchas alarmas encendidas en materia fiscal, deuda externa y recaudo de impuestos.
El gran lunar sí es la alta inflación, aún rondando 5%, la tercera más alta de la región, solo superada por los números de Venezuela y Argentina, y no parece que al final de 2025, la variación de precios esté entre 2% y 4%, como el piso y el techo de la variación de precios estimada por la Junta Directiva del Banco de la República.
Una inflación por debajo de 5% obliga a pensar que las tasas de interés deben bajar de 9,25% actual para que el dinero más barato contribuya con la reactivación económica y aumente el crecimiento del PIB, pero es una regla fácil que no siempre se cumple, tal como lo explica, Edward Chancellor, en su libro “El precio del Tiempo. La verdadera historia de los tipos de interés”, (Planeta, 2024), las tasas bajas tienen un efecto en mayor inversión y más consumo, pero hasta cierto punto.
Lo realmente importante es un aumento de confianza, mayores niveles de seguridad y bajos riesgos de las compras e inversiones que se hacen. Bien se puede aplicar el adagio popular de que lo barato sale caro, por más flexibilidades de créditos bajos que brinden los bancos, lo más importante para el cuentahabiente es reducir el miedo a comprar una casa, un vehículo o hacer un emprendimiento.
Por ejemplo: la población colombiana se está envejeciendo a pasos de país desarrollado, cada año unas 550.000 personas cumplen la edad de pensión, según datos del Dane. Todas las mujeres nacidas antes de 1968 y que cumplen 57 años, y los hombres de antes de 1963, y que cumplen 62 años, deciden cambiar sus ritmos. De ese universo muchos quieren seguir activos emprendiendo y algunos deciden irse de las grandes capitales para cerrar su vida profesional en una población pequeña con calidad de vida, pero no se arriesgan a endeudarse e invertir en los extramuros de las capitales por miedo a la inseguridad reinante que ha ido subiendo, retornando al país a tiempos de narcos y guerrillas.
Más allá de un PIB que crece al promedio regional de 2,7%; de una inflación de 4,8%, de un desempleo de 9% que cobija a 2,5 millones de personas, de unas tasas altas y de una estabilidad en la tasa de cambio, dólar a $4.100, entre otras cosas, lo más importante es la confianza y la seguridad para seguir apostando por el país. Puede verse la realidad colombiana con gran pesimismo, pero en los últimos tres años se han puestos a prueba varias cosas -y el país la ha sacado barata-, entre ellas, la solidez de los tres poderes independientes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), de las instituciones y de la independencia del Banco de la República, muy a pesar de que a los codirectores los nombra el Presidente de turno.
En este año que falta hasta agosto de 2026, el Gobierno Nacional debe ir difuminando la pugnacidad que a nadie le hace bien; dejar cuñadas las cifras macroeconómicas, atender con ahorro el enorme déficit fiscal y evitar el endeudamiento como salida a la baja capacidad de ejecución de sus ministros. Los gremios que representan a los empresarios son garantes de que el país puede trabajar para superar la pobreza de la mano con el sector público, ese debería ser el talante del último año.