Editorial

Un primer trimestre con fuerzas negativas

<p>Este primer trimestre, que concluye esta semana, ha cambiado radicalmente la posición de los astros para que la economía esté en alerta máxima.</p>

El crecimiento de la economía al cierre de 2015 envió un mensaje de tranquilidad, dadas las condiciones en las que se mueve el mundo, el mediocre desempeño de la región y las perturbaciones generadas por fenómenos como El Niño, cuyo efecto no se pueden desconocer sobre la competitividad de la agricultura. El dato de 3,1% de aumento en el PIB local, aunque relevante por los factores expuestos, muestra con evidencia una desaceleración frente al pasado, que tampoco se puede pasar por alto.

La ocurrencia de fenómenos adversos desde las últimas semanas del año anterior y en lo que ha pasado hasta el cierre del primer trimestre de 2016, hacen prever que en este período el manejo de la economía estará sujeto a nuevos retos y a una necesaria monitoría permanente para evitar una agudización de ese decaimiento. 

En primer lugar, y así en las últimas dos semanas de marzo se haya presentado un repunte, los precios del petróleo que en octubre pasado registraron un nivel de US$45 por barril, en enero de este año llegaron a US$26 y en febrero se mantuvieron por debajo de los US$30, lo cual agravaron más la situación de las finanzas públicas y plantearon la necesidad de hacer un ajuste de proporciones mayores a las inicialmente proyectadas, tanto en materia de gastos como de ingresos. Esto llevó a recibir una alerta de la calificadora S&P, que bajó a negativa la perspectiva de la deuda, lo cual convirtió en obligatoria la revisión de las cuentas fiscales. En ese orden, en el segundo semestre, el Congreso de la República deberá abordar el estudio de una reforma tributaria, basada en una propuesta que expertos hicieron al finalizar el año anterior, lo cual mantiene un clima de expectativa entre los agentes económicos.

A la par con el menor ritmo de la economía, se ha dado una aceleración de la inflación con mayor énfasis en lo que va de 2016, alcanzando un guarismo de 7,59% en los últimos doce meses a febrero, registro que no se daba hace casi una década. Aunque las alzas han sido generalizadas en todos los componentes de la canasta familiar, el aumento en los precios de los alimentos supera de lejos el promedio total. La sequía producida por el fenómeno de El Niño, que afecta seriamente las cosechas; y la devaluación de la moneda, que llegó a 60% en el segundo semestre del año anterior, explican en parte la escalada alcista. 

Para enfrentar la situación, el Banco de la República ha decidido aumentar la tasa básica de interés hasta colocarla en un nivel de 6,50% frente a 4,0% de enero de 2015. Ese nivel ha comenzado a generar nerviosismo por su eventual impacto en distintos sectores de la actividad productiva y en la generación de empleo, pues la tasa de desocupación ha vuelto a repuntar hasta 11,9% en enero. A lo anterior, hay que agregar el impacto que pueda traer un posible racionamiento de energía por la sequía y la menor oferta de energía térmica.