EDITORIAL

Una Amazonía con dinero, pero sin proyectos

Colombia es un jugador fundamental en la preservación de la amazonía, hay dinero y sensibilización, pero no hay ideas, proyectos concretos y creíbles de interés nacional

Editorial

Esta semana el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que le pedirá a su Congreso aprobar un desembolso de US$500 millones para el Fondo Amazonía, una institución que busca frenar la destrucción de la inmensa selva tropical reconocida como el “pulmón del mundo”, hoy en manos de deforestadores vinculados a negocios ilícitos.

El mandatario estadounidense dijo que “solicitaré los fondos para que podamos contribuir con actividades relacionadas con el clima durante los próximos cinco años para apoyar el esfuerzo renovado de Brasil para terminar con la deforestación para 2030”.

Es un dinero importante que está acompañado de asistencia técnica y científica que debe ejecutarse con base en proyectos de protección con origen en los país implicados, Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Guyana y Surinam, por supuesto Colombia, para los centros de investigación de los llamados países amazónicos unan ideas en conjunto para la investigación de especies vegetales y animales, pero lo más importante, por ahora, es alinearse en torno a la seguridad frente a las mismas comunidades que habitan las selvas y sus inmediaciones quienes son el principal puntal de la ganadería, minería, silvicultura ilegales que están destruyendo el único reservorio natural que queda en el mundo.

Es una paradoja, pero los países amazónicos tienen que aprender a defender sus intereses de sus mismas sociedades rurales aledañas para que la convivencia y sostenibilidad sean la nueva norma. Estados Unidos es especialmente sensible al tema y no solo pone el dinero sino la capacitación científica para hacer de la Amazonía el gran espacio de conservación mundial, una bandera que debe abrazarse por todos los habitantes del planeta, dada la conciencia global sobre la importancia de este espacio vital.

No obstante, una parte del dinero destinado a la preservación está, ahora solo faltan las ideas de los responsables directos. De nada vale hablar de sostenibilidad y ambiente, si no hay proyectos, programas e ideas para avanzar, y no solo se trata de protección policiva, son mecanismos modernos de intervención, son los vehículos financieros globales que ayuden a los países de la región a enfrentar los desafíos que impone el cambio climático.

Debe haber una arquitectura de financiamiento climática multilateral muy novedosa y vanguardista en la que se exploren mecanismos nunca usados en otros lugares o momentos de la historia. Las ideas novedosas serán indispensables como las que ya emergen en torno a regiones similares de conservación como la Patagonia chilena, en donde empresas australes han puesto vehículos financieros de protección con dividendos, impulsando la compra de terrenos a cambio de rendimientos.

¿Por qué no probar la venta de terrenos en la Amazonía a inversionistas que se enfoquen en la venta de oxígeno? Hay proyectos que entrelazan dos grandes iniciativas: generar un nuevo modelo de negocios rentable a lo largo del tiempo y velar por la preservación de la fauna y flora a partir de la venta de tierras.

Es un hecho que se puedan vender terrenos protegidos para no ser manipulados por humanos, pero sí para transar activos ecológicos como los bonos de carbono. La Amazonía es realmente una mina que puede dar grandes beneficios, pero no como se los imaginan los ganaderos, mineros o agricultores, es sembrar y cosechar agua y oxígeno.

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