Editorial

Una Antioquia encerrada no le sirve a nadie

No se discute el peso económico de Antioquia, un mínimo argumento para apurar sus obras. Pero no a cualquier precio.Por estos días arrecian entre los paisas las críticas por una reiterada actitud centralista de la administración Santos frente a tres asuntos fundamentales para el futuro de la economía: el túnel de Oriente que conecta su capital con el aeropuerto José María Córdova en Rionegro; la sanción que la Comisión de Regulación de Energía y Gas, Creg, le impuso a EPM por sus atrasos en las obras de Porce IV y las millonarias inconsistencias financieras encontradas por la Procuraduría General en el proyecto de las Autopistas de la Montaña. Los ánimos están bastante crispados y los huérfanos de poder político a nivel nacional, e incluso local, están utilizando la información de manera parcializada para generar mayor inconformismo con el Gobierno Central que a nadie le convienen. El primer punto para aclarar es que en ninguno de los tres asuntos se puede involucrar el Gobierno más allá de garantizar que todo tenga un buen trámite. No puede ni desentrabar la licencia ambiental de un túnel que pone en riesgo el agua del Valle de Aburrá, tampoco puede intervenir en la Comisión reguladora para beneficiar a EPM, y mucho menos, avalar los sobrecostos en una obra pactada por un precio determinado, pero revisado al alza. Estamos ante un problema de verdadero liderazgo más que de gavilla regionalista o política. Asistimos a una guerra de desinformación en donde pierden las obras necesarias para todo el país. Mientras en Medellín dicen que hay centralismo y que quieren perjudicar a Antioquia en Bogotá recuerdan las cuentas del metro. Es una discusión larga, polémica y de muchos puntos de vista que se miran desde varios frentes de acuerdo al interés de los opinadores. Lo crucial para la economía es que tanto el túnel de Oriente como las importantísimas Autopistas de la Montaña -fruto de un contrato interadministrativo con ISA- se logren construir para conectar a Antioquia con el resto del país y el resto del país con Antioquia, pues como todas las carreteras, puentes y autopistas son de doble vía. No son obras solo para este departamento líder que representa el 12% del PIB, son para el desarrollo de todo el país; no hay que mirar los proyectos con mezquindad centralista. Como tampoco es época de hacerse la víctima y acudir al regionalismo. Es el momento para que el Gobierno, los líderes regionales, los empresarios y la comunidad académica expresen sus opiniones y puntos de vista sobre el tema, no solo porque es crucial para el desarrollo, sino para que otros departamentos aprendan a pelear por las grandes obras que verdaderamente transformarán a sus regiones. A nadie le conviene una Antioquia u otro departamento aislados que no se beneficien de los tratados comerciales y de las posibilidades económicas que brinda un país de ciudades y de 46 millones de habitantes.