Editorial

Una década con precios bajos de alimentos

La menor demanda de alimentos de china es una oportunidad para que el sector agro- industrial se muestre competitivo y pueda mantener su crecimiento

Editorial

La relación entre el precio del petróleo, la estabilidad de la economía china y los alimentos no es tan elemental como algunos creen, sino que por el contrario resulta ser una relación casi directa para determinar cómo será el comportamiento de los precios de los alimentos que se consumen en el mundo. El más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, conocida como FAO, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) trae a colación dicha relación para explicar el porqué durante una década se espera que los precios mundiales de los productos básicos alimentarios se mantengan en niveles bajos.
Lo que explican las organizaciones es que el tener una demanda estancada en países como China, que fue el jalonador del alza de precios en la última década, es una de las razones por las que para el periodo entre 2017-2026 los valores de los alimentos no tendrán una alta volatilidad. Pero esta no es la única razón, el informe también explica que “el crecimiento en la demanda de etanol y biodiésel se ha debilitado debido a la baja en los precios de los combustibles fósiles, y a los incentivos de las políticas gubernamentales”, lo que ocasiona que productos como el maíz y la caña de azúcar para etanol y aceite vegetal no tengan la demanda de años anteriores -a menos de que se esté en un país que quiera impulsar este consumo-. Además de estas variables el estudio hace nuevamente un llamado a que los índices de malnutrición siguen siendo un problema para muchos países del mundo, en especial para los que están en vía de desarrollo, por lo que no se puede descuidar el porcentaje de calorías que se consumen. Frente a esto, se espera que en 2026, la disponibilidad media de calorías alcanzará las 2.450 calorías por persona/día en los países menos adelantados y superará las 3.000 calorías en otros países en desarrollo.
Al mirar en detalle los sectores que tienen una perspectiva más optimista que pesimista hay dos factores que son representativos en Colombia. El primero es el papel del sector avícola. Según la FAO y la Ocde el crecimiento de la producción avícola representa casi la mitad de la expansión total de la producción de carne durante la década analizada. En el país los industriales de este sector ya están haciendo la tarea y es por esto que la tecnificación de la avicultura y la mayor producción de huevos y carne de pollo es una señal que está en línea con la proyección mundial. El segundo factor es que el aumento en precios o una recuperación dependerá de tener una mayor área de cultivos. Si bien la FAO lo calcula para África en el caso colombiano se espera que en la próxima década haya una política agroindustrial que verdaderamente ejecute el aumento de hectáreas cultivadas aprovechando la época de posconflicto y la entrada a zonas que antes estaban en guerra pero que ahora podrían usarse para el aumento de la despensa agrícola.
Con estas proyecciones lo que se tiene es un escenario donde el bolsillo de los ciudadanos no se verá afectado por una inflación al alza en alimentos sino que el aumento en el costo de vida estaría representado por otros factores como los bienes y servicios regulados y no regulados y por los costos de vivienda, salud, transporte entre otros. Por ahora el reto está en hacer que con una demanda estancada y con tendencia a la baja la agroindustria mantenga sus utilidades, pues en Colombia este es uno de los sectores que más empleo está generando y que a diferencia de otras áreas económicas sí está creciendo más que la producción nacional.

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