Editorial

Una idea para Movistar, Tigo y el Gobierno

Gráfico LR

Pasa desapercibido que el Estado, por medio de EPM y Coltel, son socios de Tigo y Movistar, y que el mercado está haciendo cambiar a las empresas, ¿qué papel juega el gobierno?

Editorial

El Gobierno Nacional debería adelantarse a los hechos y articular un gran negocio en el sector de las telecomunicaciones adquiriendo la participación que tiene EPM en Tigo (51%) a través de ColTel, que, a su vez, es la empresa pública socia de Movistar, en 33%.

De esta manera, solo quedaría avanzar en el inevitable matrimonio de Movistar y Tigo, multinacionales presentes en todo el mundo que deben mover sus fichas para no quedarse siempre en segundos lugares y ser un gran jugador en los mercados en donde participan; la hipótesis es que el Estado colombiano fuese accionista (51% de Tigo y 33% de Movistar) de la gran empresa que resulte, de tal manera, que pueda vender en el mediano plazo esta nueva gran inversión en una transnacional o mantenerse en el liderazgo regional de las nuevas tecnologías.

El avance de las grandes corporaciones chinas, estadounidenses e indias en el segmento de celulares, la información y los satélites, es raudo y veloz, al punto que la llamada cuarta revolución industrial (el internet de las cosas) fue más que efímera y hoy la novísima industria se ve abocada a enfrentar la quinta revolución (industria 5.0) marcada por la influencia de la inteligencia artificial y la computación cognitiva, una competencia global por poner la inteligencia artificial al servicio de las personas, uniendo a máquinas y humanos, un salto tecnológico sin precedentes históricos que está en plena ebullición. Una suerte de “Ecopetrol de la tecnología”, una empresa pública con grandes socios que pongan conocimiento y nuevos mercados.

El problema a salvar siempre serán las mezquindades políticas, la milimetría de los lobistas, los abogados demandando y denunciando, todo para que el dinero público simplemente se evapore; si no se hace nada estructural, EPM verá diluir su participación en Tigo y nunca sabremos cómo se esfumó 33% de los colombianos en Movistar, ahora de mayoría accionaria árabe.

En el mercado colombiano hay tres empresas que dominan los servicios de cable, celulares, televisión, internet y datos: Claro de América Móvil de México, Movistar de Telefónica de España y Tigo de Millicom de Suecia, el monto de las inversiones que deben hacer es enorme para mantenerse vivas en un sector que cambia todos los días; lo que nunca se tiene en cuenta es que en ese trípode hay plata pública de colombianos en juego, y que antes de que pase lo inevitable y desaparezca, deben darse ideas para explorar y buscar el beneficio de la sociedad.

El pésimo matrimonio entre EPM y Millicom va a terminar muy mal y puede debilitar el servicio; el otro matrimonio, ColTel, entre Telefónica y el Estado, funciona, pero siempre está cargado de interpretaciones muy válidas y es si se deben mantener esas relaciones que implican capitalizaciones con dinero de impuestos.

El debate está servido y como siempre ha sucedido durante este Gobierno, todo está en el libre análisis sobre el papel del Estado en los negocios; para Mariana Mazzucato, la economista de cabecera de la Casa de Nariño, el Estado debe ser un jugador importante, no un simple observador, pues no habría ni Facebook ni Google, sin las inversiones ni desarrollos públicos estadounidenses en la red de redes. No sobra recordar que la economía colombiana y las instituciones deben entrar de una vez en el siglo XXI, porque los desarrollos tecnológicos ya van varias décadas más adelante.

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