Editorial

Una reforma laboral más vanguardista

Los colombianos deben tener más y mejores oportunidades laborales y para lograrlo se requiere una reforma laboral más acorde a las necesidades y posibilidades de la época

Editorial

La ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, debe ser consciente de que para generar más y mejores empleos debe hacerse una reforma laboral acorde a las exigencias globales, la población económicamente activa, los desarrollos tecnológicos y la transformación regional del país.

Lo primero que debe estudiar la nueva gente técnica del Ministerio son las enormes cargas laborales por las que deben responder los empresarios, emprendedores y el grueso de las personas que contratan un empleado de manera formal. Si bien los parafiscales se han alivianado en los años recientes, aún la carga prestacional sigue siendo alta y se sigue pagando por cada empleado una suerte de afiliación a las cajas de compensación, que no se han reformado estructuralmente desde hace medio siglo.

La reforma laboral debe interpretar las condiciones laborales del siglo XXI, la competitividad internacional y analizar bien cada uno de los sectores estratégicos. Contratar un nuevo trabajador formal es muy oneroso para cualquier persona natural o jurídica, por tanto, bajar los casi tres millones de desempleados que reporta el Dane cada mes es una tarea imposible de reducir en las actuales condiciones de mercado. Cinco apuntes sobre los que se debe tomar nota para dotar al país de unas normas laborales más adecuadas a la época, más flexibles y que reduzcan la cabalgante informalidad que supera la mitad de los 24 millones de colombianos habilitados para laborar.

Lo primero es la reglamentación del trabajo por horas que lleve a rediseñar el alza del salario mínimo mensual y se adecúe a la jornada laboral de 47 horas este año y que se reducirá a 42 en los venideros. Cualquier colombiano que quiera trabajar puede hacerlo por horas y contar con las mismas prestaciones legales, tal como si lo hiciera en jornada completa.

En la inmensa mayoría de los países de la Ocde, el trabajo por horas es el rector de su régimen laboral, y la discusión del incremento salarial se hace por horas, no por mensualidades. Particularmente los menores de 30 años, generacionalmente menos corporativos y patronales, deben contar con la posibilidad de armar un portafolio individual de ingresos semanal, mensual u anual, a partir de lo producido o negociado con el proveedor de su salario.

Eso sí, la hora de trabajo debe incluir riesgos profesionales, pensiones, cesantías o seguro de desempleo y salud. Lo otro es que la movilidad social está determinada por los salarios, si bien hoy es normal pagar el mismo salario mínimo en cualquier rincón de Colombia, la flexibilidad, los sectores y las condiciones, pueden experimentar diferencias, de tal manera que cada región pueda competir por el establecimiento de empresas.

Los contratos de prestación de servicios deben reglamentarse con mucho cuidado, pero sin desconocer que hay muchos bienes y servicios que solo son competitivos y viables con determinadas formas de contratación. La llamada tercerización, la subcontratación, los contratos de aprendizaje, son algunos de los puntos más complejos y que pueden echar al traste una necesaria reforma laboral que está obligada a modernizar al país.

Trabajar en Colombia debe ser un plus, no solo por los salarios efectivos y emocionales, sino porque la calidad de vida y la productividad sean la constante, y para lograrlo, el consenso con los que generan empleo debe ser el imperativo.

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