Editorial

Una visita presidencial con otro aroma

<p>Santos y Obama hablaron de progreso e inversiones. Antes los temas obligados eran guerra, derechos humanos y narcos.</p>

Es evidente que la agenda colombiana en el exterior y particularmente en Estados Unidos  cambió radicalmente. Los temas obligados hasta hace pocos años era el respeto por los derechos humanos, el narcotráfico, la guerra contra la guerrilla, los derechos laborales y la seguridad jurídica. Hoy, los asuntos centrales de los diálogos bilaterales son otros muy diferentes, que no solo abren las puertas en las empresas estadounidenses, sino que se roban los aplausos de la banca multilateral. Hablamos de progreso, de inversiones, de disminución de la miseria, de la generación de empleos formales y sobre todo de paz, un esquivo tema al que se le ha saco el cuerpo durante muchos años.

Ayer concluyó la visita oficial del Presidente de la República, Juan Manuel Santos a Washington y no le pudo ir mejor en términos comerciales y diplomáticos. Colombia a través de este tipo encuentros con líderes mundiales de primer nivel refrenda el cambio radical de la economía interna y se posesiona como un país líder en reformas que benefician las sociedad. Recordemos que las relaciones con el vecindario marchan por buen camino, particularmente con Panamá, Ecuador y Venezuela. Ya no somos el país paria que era un obstáculo regional que solo sabia hablar de paras, narcos y guerrilleros. Más allá de nuestras fronteras se ven los cambios en la agenda interna y externa y nos posesionamos como eje central del crecimiento de estrategias como la Alianza del Pacífico, un grupo de países que cada día más toma fuerza y cobra interés por las economías emergentes y las desarrolladas.

Queda el lunar del diferendo con Nicaragua sobre las aguas del Caribe por resolver, pero incluso para respirar más tranquilos el viaje a Washington del Presidente fue muy valioso y oportuno para alinderar los socios políticos y estratégicos que históricamente ha tenido Colombia como es Estados Unidos. Colombia no puede echar reversa y retornar al país conflicto y paria, como tampoco volver a los viejos discursos de la confrontación como argumento para legitimar unos intereses particulares. El Gran Reto es firmar la paz con los grupos guerrilleros para que la disculpa del conflicto interno se resuelva de la mejor manera, sin más sangre de colombianos. Cuando decimos el gran reto con mayúsculas también incluimos a los años de posconflicto que nos esperan en donde el papel empresarial es determinante. Hay miles de colombianos por reintegrar a la sociedad en todas sus dimensiones: empresarial, política y cultural.

Pongamos nuestros mejores esfuerzos para que ese Gran Reto se logre, para que la paz y el posconflicto se lleven a cabo de manera coherente, sincera y con justicia, y sobre todo, para los colombianos de las nuevas generaciones no hereden un conflicto interno que ha sido usado de chivo expiatorio para tolerar el flagelo de la corrupción.