Editorial

Unos sucesos inesperados y de gran impacto

Actividad económica en medio de incertidumbre, dólares a $4.000, petróleo barato, bolsas en rojo y acciones a la baja ¿cómo enfrentarlo? ¿Es el Covid-19 un cisne negro a los ojos de Taleb?

Editorial

Nassim Taleb es uno de los autores de culto del análisis económico moderno; miembro del Instituto de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Nueva York y famoso por su libro ‘El cisne negro’ (Paidós, 2011) del cual se desprende la sentencia de que hay sucesos inesperados de gran impacto; dicho de otra forma, noticias por fuera de las expectativas normales que producen un impacto tremendo y que por su condición de inesperada, el ser humano inventa explicaciones sobre su ocurrencia, pero después del hecho, “con lo que, erróneamente, se hace explicable y predecible”.

El mundo económico atraviesa por una sumatoria de hechos de alto impacto que desviarán o enderezarán la ruta económica de varios países, entre ellos Colombia; el impacto será distinto dependiendo de la exposición a estos cuatro factores: preparación del sistema sanitario ante el avance del Covid-19; asimilación de la caída de los precios del petróleo; capacidad de revaluar las monedas emergentes luego del choque externo; y la recuperación del valor de los índices de la bolsa de valores y el precio de las acciones. Todo un portafolio de hechos que nunca antes habían coincidido o alineado de manera inesperada y que tendrán repercusiones en la economía global, que tardará varios meses en mostrar síntomas de mejoría.

Aún no está claro si la crisis económica generada por el virus, el petróleo, el dólar y las bolsas es un hecho que califica académicamente como “cisne negro talesiano”, pero su conjunción sí lleva a analizar desde su perspectiva por qué suceden las cosas y cómo los problemas llevan inherentemente las respuestas. Taleb plantea que nos preocupamos demasiado tarde, cuando las cosas ya han sucedido y confundimos una observación ordinaria con algo definitivo o representativo del futuro, lo que lleva a ser incapaces para comprender cisnes negros.

La tasa de cambio del peso colombiano a $4.000 no es un hecho menor, así durante las últimas semanas se haya visto venir. El problema es si es una situación que llegó para quedarse, lo que obligará a las empresas a rehacer sus presupuestos, a los exportadores a reforzar sus plantas de producción y al consumidor local a sustituir productos importados. En pocas palabras, la acentuada devaluación era previsible en una economía “petróleo-dependiente” como la colombiana, que no logró blindarse de una guerra de precios de árabes contra rusos.

El suceso inesperado y de alto impacto es el Covid-19, no por su intrínseca virulencia, sino porque el mundo ha sobrereaccionado y los países han entrado en un pánico sanitario que le está pasando la cuenta de cobro a la economía, como fue prohibir los vuelos de Europa, decisión que bajó las acciones de las aerolíneas, satanizó a viajeros y cruceros, y que golpeó al turismo; todo esto en un efecto dominó que borrará crecimientos económicos y leves recuperaciones que se venían presentando.

Primero está la conservación de la vida y todas las medidas en ese sentido son más que obligatorias, pero también debemos tener en cuenta que para que el sistema sanitario nacional sea eficiente debe haber dinero que se deriva de los impuestos, que a su vez vienen de las ventas de las empresas y de las retenciones en la fuente de los empleados formales. En pocas palabras, para salir de esta situación la economía no puede pararse y los empresarios no se pueden desanimar.

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