Editorial

Vemos cómo se evaporan las ideas de descentralizar

<p>El Golpe que le dieron los alcaldes a la decisión del ministerio de minas sobre la gasolina es un indicio que se deben retomar ideas de descentralización</p><p>&nbsp;</p>

La noche del pasado 30 de diciembre el Ministerio de Minas y Energía expidió la resolución 41279 mediante la cual se reducen los recursos a los municipios y departamentos como consecuencia de cambios en la sobretasa de la gasolina. Para el jefe de esa cartera, Germán Arce, esa merma de ingresos no la ocasiona el cambio de la fórmula con la que se calcula el precio de los combustibles, sino que es consecuencia de la caída de los precios internacionales del petróleo. “Una caída de 42% en promedio del precio del crudo, que ha tenido un impacto aproximadamente de 28% de caída en el precio de la gasolina, evidentemente genera una reducción en los ingresos derivados de este tributo para los entes territoriales”. La polémica está servida, y no parece que vaya a zanjarse fácilmente, pues el gobierno central buscó recursos en todos los rincones para poder equilibrar sus cuentas y no ser inferior a los retos fiscales que impone el posconflicto. De momento, ambas partes tienen la razón, no solo en levantar la queja ante el país, tal como lo hicieron los alcaldes, sino el Ministerio de Minas -con aval de su colega de Hacienda- de hacer ese “pequeño arreglo” en la fórmula para no trasladarle el peso del precio de los combustibles a los usuarios, quienes al final de todas las cuentas serán los más afectados en la guerra de poderes. El Gobierno Nacional ya sentó su posición y pide mesura por parte de Hacienda y comprensión a los mandatarios regionales, no obstante la polémica está servida y nos manda a los terrenos de la descentralización, ese sueño de la carta magna del 91 que poco a poco duerme el sueño de los justos. El país político de eje central no está preparado para soltar a las regiones para que apliquen y evalúen sus propios tributos y mucho menos los dirigentes regionales están en el punto máximo de maduración tributaria que requiere la gestión de impuestos. Esta última rabieta, bien justificada por parte de los alcaldes, debe poner sobre la mesa de discusión los regímenes autonómicos y federales, un espíritu sepultado en la Constitución del 63, pero que poco a poco recupera su validez al ver cómo funcionan algunos países con economías similares a la nuestra. La crisis política y de orden público de la Colombia de los años 90 hizo que se adoptaron medidas de descentralización que estuvieron plasmadas en la Constitución 1991, pero que al final se han ido cayendo en franco desuso. Se promulgaba la descentralización por varios motivos: democratizar el ejercicio del poder en las regiones, otorgar más responsabilidades y autonomía fiscal a los entes territoriales. Es un hecho que varias décadas después, lo único que se salva de la descentralización son las elecciones locales, pues municipios y departamentos siguen dependiendo de las transferencias, que no son otra cosa que volver raquítica la evolución de los recursos propios o ingresos tributarios locales.