Editorial

Workaholics, la otra cara de la pandemia

El teletrabajo no solo rompió las estructuras laborales del mundo, sino que llevó al traste los horarios de las personas, ahora son más quienes no se desconectan de la oficina

Editorial

La nueva normalidad son millones de personas en todos los rincones del mundo pegadas a sus trabajos las 24 horas del día durante los siete días de la semana. La pandemia derivada del coronavirus ha prolongado la jornada laboral desde cuando muchos comenzaron a trabajar en sus casas. La cantidad de horas que las personas están conectadas sigue en aumento -con algunas variaciones- situación que empieza a preocupar por la salud mental de las personas que componen las empresas.

Datos del proveedor de servicios de red privada virtual, NordVPN Teams, reveló que en Gran Bretaña, Austria, Canadá y EE.UU. es elocuente el aumento sostenido de conexiones de 2,5 horas en el día promedio. Una cifra que puede duplicarse en los países emergentes en donde el miedo a perder el trabajo hace que la gente no se desconecte ni sepa separar las actividades familiares de las laborales, con consecuencias futuras impredecibles en términos de salud mental, que es un frente de la pandemia que no se ha explorado, pues el tema de la vacuna se ha llevado todo el foco de atención sanitaria.

Se experimenta un deseo generalizado de volver a socializar para contrarrestar la adicción al trabajo o tendencia workaholic que se impone en el mundo laboral. El modelo mixto de trabajo será una realidad, “seguiremos trabajando en línea desde nuestras casas cada vez más adaptadas y con reuniones en lugares divertidos y diferentes cada mes para socializar y conectar. Se crearán múltiples espacios para grandes juntas digitales con todas las soluciones resueltas. Nadie quiere vivir en el tráfico ni en esa vorágine de información y trabajo otra vez”, dice The Economist en sus tendencias para 2021. Otra de las tendencias que se palpan es que las oficinas no serán las mismas que antes, muchas cerrarán en beneficio de tecnologías disruptivas que mantienen a las personas atentas a lo que sucede de manera remota. “Cada día tendremos más asistentes digitales para trabajar en forma eficiente”; lo que no es otra cosa que más horas de trabajo, pero con ayudas tecnológicas que obligan a las personas a no desconectarse.

Otrora, las casas, los hogares, la familia (cualquiera sea la idea que se tenga de ello) era un espacio de relajación. Eso cambió desde hace un año, la contingencia sanitaria impuesta por la pandemia obligó a adoptar un nuevo estilo de vida: transformar hogares para hacerlos parecer más oficinas. Claramente, se ha perdido el “refugio hogareño”, pues las labores cotidianas invadieron ese lugar antes dedicado a la desconexión. Y si a eso se suman las aplicaciones y las nuevas herramientas virtuales que permiten trabajar todo el tiempo, se puede afirmar que las tradicionales 8, 10 o 12 horas de trabajo diario se han aumentado a 14 o 16.

Las secuelas de esta situación solo ahora están por medirse. No hay datos en Colombia, pero es evidente que las personas adictas al trabajo -workaholics- ahora se cuentan por miles con consecuencias aún no valoradas desde los riesgos profesionales. Trabajar más no necesariamente es trabajar mejor, como tampoco garantizar eficiencia o productividad. Son conceptos que pueden confundirse y a los cuales hay que ponerles mucha atención y debe abrirse una zona de diálogo entre los expertos en la administración del recurso humano de las empresas. Lo cierto es que es muy difícil desconectarse en tiempos de pandemia.

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