Editorial

Y a propósito, ¿cuánto pesca Colombia?

El fallo de la Haya debe obligar políticas públicas a largo plazo para desarrollar el sector pesquero, Colombia no puede ser un importador con dos océanos que lo bañan

Editorial

El fallo de la Corte Internacional de Justicia tras la demanda interpuesta por Nicaragua contra Colombia por supuestas violaciones de derechos soberanos y espacios marítimos pudiese ser más dramática para nuestro país si fuésemos un productor importante de pescado, pero muy a pesar de contar con dos océanos que bañan las costas Pacífica y Caribe, la acuicultura y la pesca no alcanzan 2% del PIB.

El alto tribunal internacional será salomónico y le permitirá a los pescadores raizales seguir surcando las aguas aledañas a las Islas de San Andrés y Providencia, como lo han hecho durante siglos, pero el hecho no debe pasar desapercibido por nadie en el sentido de que debería haber políticas públicas para convertir a Colombia en una potencia pesquera porque increíblemente, Ecuador, Perú, Chile, Argentina o México tiene flotas pesqueras más eficientes e importantes para el mercado internacional. Nunca se ha oído a un Presidente en ejercicio y, ahora, a ningún candidato a la Casa de Nariño decir que produciendo pescado se remplazarán, por ejemplo, las divisas que generan las actividades energéticas extractivas.

La pesca es lo más desconocido e inexplotado de Colombia, pocos saben de las divisas que produce, el empleo que genera o las posibilidades que tiene para remplazar actividades ilícitas, especialmente en los departamentos de Nariño, Cauca y Valle. Las Naciones Unidas y FAO aconsejan a países en desarrollo que fortalezcan la cadena generada por el sector pesquero y acuícola, que en todo el mundo representa 15% del empleo, cifra que en la esfera local no supera medio punto, si acaso. Colombia ha vivido de espaldas al mar, muy a pesar de tener enormes potencialidades que son aprovechadas más por los actores ilegales al margen de la ley y por otros países que surcan las costas nacionales recogiendo el pescado que aquí se deja pasar o al que no se le pone cuidado, pues el tráfico de drogas y armas siempre será más rentable.

Los datos que manejan las desconocidas autoridades de pesca colombianas es que mientras Ecuador exporta unos US$7.000 millones anuales en pescado, Colombia puede subir a esa misma cifra si le suma bebidas y otros alimentos del sector, siendo una economía cuatro o cinco veces más grande y con mayor potencial marítimo, pero sin una flota pesquera bien conformada.

El pescado está en la dieta de los colombianos y el consumo per cápita ha aumentado hasta 8 kilos al año, no obstante sigue siendo muy bajo si se compara con los 35 kilos de pollo o los 20 de carne de res. Solo son 360.000 toneladas de pescado anuales las que dicta el mercado pesquero en un país con dos océanos; de ellas 120.000 toneladas se importan: 10.000 toneladas de camarón, 40.000 toneladas de atún y otras 10.000 de sardinas de países vecinos bañados por el Océano Pacífico, ese eterno desconocido para la economía colombiana.

Quizá podamos regocijarnos de que los raizales puedan seguir pensando en su vecindario histórico del Caribe y que la Armada Nacional continúe persiguiendo a los narcotraficantes que hacen de Centroamérica su zona de asalto al mercado estadounidense, pero el episodio y el contexto electoral debe mostrar a los candidatos una ruta inédita para la economía colombiana como es el sector pesquero y emular lo que hacen las economías chilenas, peruanas y ecuatorianas.

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