Editorial

Y ahora, China manda unas malas señales

<p>El PIB chino de 2015 será el más bajo de la historia reciente, 7%, una cifra muy pequeña para mantener el engranaje económico de una potencia desordenada</p>

Mientras el mundo financierolos mercados y los grandes inversionistas están pendientes de la crisis de Grecia y la respuesta de sus socios europeos, la economía china manda alarmas irrefutables de que ha tomado un camino de caída: sus bolsas de valores se derrumban estrepitosamente en una señal de desconfianza sin precedentes. Una sola de ellas, la de Shanghai, acumula pérdidas de 30% que se expresan en un monto de US$2.500 billones. Un verdadero pánico se ha apoderado de los inversionistas, en su mayoría pequeños, que están viendo evaporar sus ahorros. 

El comportamiento de una economía no se puede aislar de lo que ocurra en las demás, pero en el caso chino, esas señales tienen mucho que ver con lo que los expertos han llamado una “burbuja” que durante varios años se ha mantenido inflada y sin mucha capacidad real para reaccionar en una coyuntura de adversidad. La evidente sobrevaloración o recalentamiento de muchas acciones tras una larga fase de alza, las muestras de desaceleración de la economía, el elevado endeudamiento de muchos inversores para especular con títulos locales y la volatilidad de los mercados internacionales, son los factores que explican la situación, pero ya comienzan a señalarse causas más profundas que tienen que ver con la misma estructura de la economía del gigante asiático.

Para enfrentar la caída de cotizaciones en la bolsa, el gobierno ha decidido inyectar  dinero para incentivar la demanda de acciones de las compañías estatales y ha prohibido a los grandes accionistas y directivos de las empresas vender acciones en los próximos seis meses. Muy poco ha servido esa acostumbrada intervención estatal, pues los pequeñas inversionistas, generalmente desinformadosy solo movidos por la valorización de los papeles, siguen vendiendo desconfianza.

China sigue siendo un gran mercado que determina el comportamiento de los precios de la mayoría de las materias primas, como el petróleo y el carbón y muchos de los insumos agrícolas e industriales, pero todo indica que cada día pierde el encanto que pregonaba hace unos años. Su crecimiento económico está en el nivel más bajo de los últimos 25 años, los costos de producción han aumentado sustancialmente y la pérdida de competitividad, son las razones cuantitativas. Es el modelo económico el que comienza a ser visto con recelo.

El Estado chino ha emprendido un proceso de reformas complejo y en secreto, que no se conoce entre las empresas que tienen negocios en ese país, y aunque se noten avances en la liberalización del sector financiero, la política fiscal y el ataque a la corrupción, todavía queda mucho espacio para aproximarse siquiera a lo que es una economía de libre mercado en temas como el acceso a la competencia y el poder de los monopolios oficiales.