¿Y cuál es el plan de Colombia con EE.UU.?
miércoles, 6 de noviembre de 2024
La última vez que se habló a profundidad de las políticas colombianas sobre las relaciones internacionales fue antes de la pandemia cuando la firma de TLC era un asunto popular
Editorial
Si en algo se parecen las administraciones de Gustavo Petro con la de su antecesor Iván Duque es que abordaron con importancia el tema ambiental y el llamado calentamiento global; ambos gobiernos le dedicaron gran parte de sus esfuerzos internacionales en hablar del crucial asunto global; las dos anteriores, que se remontan al principio del siglo XXI, fueron las de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, quienes gobernaron casi una década cada uno, en medio de temas fundamentales como la guerra, la paz, la estabilidad inversionista y la reducción de los grupos subversivos por dos caminos antagónicos.
Pero Uribe y Santos abordaron el tema económico con gran destreza, fueron los años de la confianza inversionista, la seguridad democrática, la firma e implementación de sendos tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea, al tiempo que se adhirió a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde. Fueron años de fuerte progreso y disminución de la pobreza y el crecimiento en el índice de desarrollo humano.
Se tenía claridad sobre lo que se quería con Estados Unidos como aliado, primero en medio de un Plan Colombia que modernizó las fuerzas armadas y segundo, con la alternativa del libre comercio; ambos caminos fueron complementarios y hoy Colombia sigue contando con Estados Unidos como su mercado natural y socio comercial, muy a pesar de que los sucesivos gobiernos no han logrado “desnarcotizar” las relaciones de los dos países, que si bien las drogas son un tema dorsal para los dos países, no es el único asunto binacional, es el más problemático, pero no el único.
El gobierno de Duque fue eclipsado por la pandemia en lo externo y las dañinas protestas sociales en lo interno, no tuvo posibilidad de desarrollar una agenda de política económica ni de cooperación militar que hubiese llevado al país a otro nivel. Y en lo que va de Petro, las cosas han sido más oscuras con Estados Unidos, muy a pesar de que el mundo se ha normalizado o experimenta los años de postpandemia.
El primer gobierno de izquierda en la historia de Colombia ha contado con un huésped demócrata en la Casa Blanca, que le ha permitido cierto nivel de comunicación y empatía con la realidad local; es más, el presidente saliente, Joe Biden, es de los pocos que conocen la situación colombiana al detalle, pues como senador experimentó la realidad nacional de primera mano.
Esa relación o comunión entre el pacto histórico y los demócratas no se ha sentido en los dos últimos años, no hay grandes planes, ni en lo ambiental, ni contra el narcotráfico, ni en función de la estabilización de regiones problemas en el Pacífico. Y el dilema es que Colombia no tiene un plan estratégico con Estados Unidos, ni con China, México o la Unión Europea. Un plan que trascienda gobiernos y logre cooperación en todos los aspectos. No hay una agenda con Estados Unidos, al punto que la misma Embajada de ese país en Bogotá ha estado interina por varios años.
No hay misiones económicas, ni comerciales; lo poco que se hace en intercambio económico es a pulso por los empresarios nacionales y los inversionistas estadounidenses; en pocas palabras no hay un plan ni a corto, mediano o largo plazo. Craso error porque Colombia tiene ventajas competitivas, es el único país relativamente grande que aún tiene en Estados Unidos a su socio comercial; los otros han mirado más a China.