Editorial

Y el Brexit se hizo realidad y desató más incertidumbre

<p>Una Gran Bretaña que le dice no a la Unión Europea y Estados Unidos liderado por un nuevo nacionalismo es una combinación de cuidado</p><p>&nbsp;</p>

La jornada económica del día de ayer fue histórica. La primera ministra de Gran Bretaña, Theresa May, notificó de manera formal a las autoridades de la Unión Europea la activación del Artículo 50 del Tratado de Lisboa mediante el cual oficializa la salida de su país del sueño comunitario que desde hace cuatro décadas vienen firmando otras 27 naciones que creyeron en un Viejo Continente sin fronteras y una moneda única. Sin lugar a dudas, algo impensable hasta hace un año y que se suma -para darle un fuerte golpe a los modelos integracionistas- a la férrea postura del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de un novísimo nacionalismo comercial y político. No podemos pasar desapercibido que los nuevos aires políticos y económicos de la Casa Blanca y las recientes decisiones de Gran Bretaña, en materia de tratados de libre comercio, inician una época distinta a la promovida por ellos mismos y que se sincronizaba con la globalización a ultranza. La nueva hoja de ruta de Gran Bretaña con Europa se plasmó en una carta minuciosamente escrita por el poder inglés que dice: “el Reino Unido quiere acordar con la Unión Europea una alianza especial y profunda que abarque la cooperación económica y en seguridad. Para lograrlo, creemos necesario acordar los términos de nuestra futura alianza en paralelo a los de nuestra salida de la Unión Europea”. Es una suerte de divorcio por las buenas, pero que deberán ratificar los otros 27 países el próximo abril cuando deban pronunciarse sobre la salida inglesa. Un nuevo problema surge y es la llamada “era de la incertidumbre” que aparece en la escena global, pues según los medios de comunicación europeos especializados “las negociaciones formales al interior de Europa no pueden tener lugar hasta que los estados miembros den a la Comisión Europea unas pautas de negociación confidenciales y más detalladas. Por tanto, es probable que el primer encuentro no se produzca antes de finales de mayo. Reino Unido quiere llegar a un acuerdo sobre las medidas de transición antes de marzo de 2018”. Entre tanto el comercio global se enrarece y los políticos nacionalistas y populistas se apropian de este hecho para desinformar y ganar nuevos adeptos. Las pugnas en la vieja Europa empiezan a aparecer luego de que la canciller alemana, Angela Merkel, planteara que “los británicos no pueden negociar al mismo tiempo su acuerdo de salida de la Unión Europea y sus relaciones futuras con el bloque”, afirmación que puede desatar dos frentes, uno alineado con Alemania y otro con los ingleses. Una situación que ha sido pronosticada por los europeistas que ven en el Brexit una salida digna de un proyecto imposible y de los que le siguen apostando a la moneda única, las fronteras abiertas y hasta a la lejana idea de una única constitución y una banca central real, no teórica.