Las empresas con programas de responsabilidad social en contra de la discriminación
jueves, 1 de marzo de 2018
Las empresas han puesto la lupa en la lucha por la igualdad de género y en contra de los diferentes tipos de discriminación
Andrés Venegas Loaiza
Hoy se celebra el Día Internacional para la Cero Discriminación, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) desde marzo de 2014 y con el cual se busca generar conciencia sobre los diferentes tipos de discriminación que se siguen generando, debido a temas como nacionalidad, género, edad, origen étnico, condición u orientación sexual y religión.
En Colombia, son varias las iniciativas que desde el sector empresarial se han ido implementando para evitar los diferentes tipos de discriminación y disminuir la brecha de oportunidades tanto en temas de género como edad y origen étnico, por mencionar algunos. El Sello Equipares es una iniciativa del Ministerio del Trabajo con apoyo de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), que busca transformar la estructura organizacional y cultural del sector productivo, para generar escenarios laborales justos, incluyentes y libres de discriminación o violencia por razones de género.
Según el proyecto, Equipares ha logrado despertar el compromiso del sector empresarial hacia la transformación de estereotipos que afectan en especial a los trabajadores colombianos, con un enfoque hacia las mujeres. A raíz de estos esfuerzos el panorama ha mejorado, sin embargo, la participación de las mujeres sigue siendo menor en los cargos de poder. Resultados publicados en la página web del sello de equidad laboral, muestran que las mujeres ocupan 32,39% de los cargos directivos y representan solamente 19,42% en las juntas directivas.
Victor Malagón, presidente del Foro de Presidentes, hace un análisis crítico frente a la responsabilidad de las compañías: “Claro que hay avances en equilibrio y equidad con las mujeres en un espacio laboral. No es explicable que las mujeres tengan menos remuneración. Lo que hay es una falta de coherencia en algunas empresas que dicen tener una cultura incluyente, pero acuden a este tipo de programas más de una manera estética que ética”.
Entre las empresas que han impulsado este tipo de programas están Codensa y Emgesa, compañías del Grupo Enel, que recibieron en 2015 la certificación de Equipares. Según un informe de las compañías, estas han logrado que a 2017 la plantilla total de mujeres sea de 32,2% y 100% de las posiciones directivas tengan al menos una sucesora mujer identificada y en desarrollo.
Según datos publicados por la OnuSida, solamente 10 países tienen el mismo porcentaje de hombres y mujeres escolarizados y en 75 se criminaliza la homosexualidad. Al respecto, Alvaro Urquijo, director de Qualitas PIT Consultores en Sostenibilidad, asegura tanto a nivel nacional como global “hay una brecha enorme aún y es netamente cultural porque estos cambios no van a llegar de la noche a la mañana, las mujeres han estado condenadas por la televisión, la publicidad y los mensajes que se les envía”. Urquijo señala que “iniciativas como Equipares permiten mayor legitimidad y es un buen incentivo, sin embargo, las empresas que no trabajan por disminuir la discriminación sin importar el reconocimiento, verán disminuida su reputación”.
El Grupo Éxito por su parte cuenta con un programa para población vulnerable con el que en 2017 vincularon a 317 jóvenes en riesgo, 156 víctimas de la violencia, 113 personas en situación de discapacidad física, 57 familiares de desmovilizados, 49 desmovilizados, 45 personas en situación de discapacidad cognitiva leve en asocio con Fides y 36 militares y familiares con difíciles condiciones de vida. “Más de 1.800 personas se han vinculado al programa de Atención a Población Vulnerable desde su creación en 2006 y han disfrutado de oportunidades a la vida laboral y social”, destaca la compañía.
Malagón señala la necesidad de aumentar esfuerzos frente a temas como el de las personas con discapacidad física comentando que “esto viene desde un tema tan cultural como el lenguaje en un país donde era normal hablar de minusválido, cambiar el lenguaje en las organizaciones crea otra cultura”. En ese sentido Urquijo indica que “hay una inversión grande que no permite que las empresas tomen una decisión que logre espacios para personas con dicapacidad pues deben modificar sus estructuras. Esto viene desde las ciudades, en esa infrastructura no encontramos que la ciudad esté diseñada para ser amigable con quienes tienen alguna discapacidad”.