Conozca los lugares que no son aptos para realizar una reforestación en Colombia
viernes, 20 de junio de 2025
Aunque el país avanza en estrategias para aumentar su cobertura forestal, los expertos coinciden en que no se trata solo de sembrar árboles, sino de hacerlo con criterio y planificación
Aunque los proyectos de reforestación y forestación se han vuelto una estrategia clave para enfrentar el cambio climático y recuperar zonas sin vegetación, expertos del Centro Nacional de Reforestación, Viveros y Recursos Genéticos advierten que no todas las áreas degradadas son aptas. Para que el proceso tenga sentido ecológico y técnico, el terreno debe cumplir ciertas condiciones mínimas.
Uno de los errores más comunes es asumir que cualquier lugar sin árboles puede recibir nuevas siembras, cuando en realidad existen zonas donde reforestar no solo es inviable, sino riesgoso. Según el Centro, no se debe forestar en zonas no identificadas con aptitud por la Upra, Unidad de Planificación Rural Agropecuaria, ni en terrenos donde haya conflictos jurídicos sobre la propiedad o tenencia legal de la tierra. Tampoco es adecuado hacerlo en áreas donde existieron bosques naturales en los últimos 20 años, ni en parques nacionales, humedales, páramos o zonas de alta biodiversidad.
La razón detrás de estas restricciones es proteger los ecosistemas estratégicos y mantener los índices de biodiversidad. Además, evitar que actividades mal enfocadas, como la plantación de especies comerciales en áreas frágiles, terminen generando más daño que beneficio. Esto no quiere decir que reforestar sea perjudicial, todo lo contrario, cuando se hace en los sitios correctos, permite restaurar suelos erosionados, regular los ciclos del agua y reconectar hábitats.
Juan Miguel Vásquez, director ejecutivo nacional de Fedemaderas, explicó que la reforestación implica volver a sembrar árboles o cobertura forestal en zonas degradadas, muchas veces usadas antes para ganadería extensiva o agricultura sin rotación. Por su parte, la forestación busca establecer un bosque donde antes no existía cobertura forestal, por ejemplo, en terrenos completamente descubiertos por largo tiempo.
Vásquez insistió en que estos procesos no se deben improvisar. “Una plantación forestal comercial bien hecha debe considerar los factores ecológicos, legales y productivos del área. De lo contrario, el resultado puede ser contraproducente, tanto para el ecosistema como para el proyecto”, afirmó.
Aunque el país avanza en estrategias para aumentar su cobertura forestal, los expertos coinciden en que no se trata solo de sembrar árboles, sino de hacerlo con criterio y planificación. La sostenibilidad, en estos casos, empieza por saber dónde sí y dónde no se debe plantar.
Además del componente ambiental, los proyectos de reforestación también deben responder a criterios técnicos como la selección adecuada de especies, la calidad del suelo, la altitud y la disponibilidad hídrica. “Sembrar por sembrar puede terminar siendo un gasto sin impacto real. La clave está en conocer el terreno y usar especies adaptadas al ecosistema”, señalaron desde el Centro Nacional de Reforestación. Esto incluye evitar especies invasoras que alteren los ciclos naturales o afecten la fauna local.
Desde el sector privado, el interés por invertir en proyectos forestales va en aumento, en parte gracias al mercado de bonos de carbono y a los compromisos empresariales de sostenibilidad. Sin embargo, Fedemaderas advierte que, si bien es positivo que las empresas quieran compensar su huella ambiental, es fundamental que lo hagan con respaldo técnico y acompañamiento institucional. “La reforestación no puede convertirse en una estrategia de marketing verde sin efectos reales”, dijo Vásquez
Por eso, aunque reforestar es positivo, debe hacerse de manera adecuada y evitando caer en prácticas de greenwashing.
Reglas para no provocar un daño mayor
Aunque reforestar trae beneficios como la recuperación de suelos y la regulación hídrica, no todas las zonas son aptas para esta práctica. Según expertos, no se debe forestar en áreas no clasificadas como aptas por la Upra, con conflictos legales, donde haya habido bosque natural en los últimos 20 años, nien ecosistemas sensibles como páramos, humedales o parques naturales. Estas restricciones buscan proteger la biodiversidad y evitar impactos negativos sobre las fuentes hídricas. Además, se aclara que forestar y reforestar no son lo mismo.