Ambiente

Historias que promueven el cambio en la Fundación Terpel llegan hasta la Nasa

‘Design the Change’ convoca a estudiantes de las regiones.

Juan Pablo Vega B.

Desde 2004 la Organización Terpel ha hecho aportes a su fundación con el objetivo de trabajar en programas sociales que han ayudado a mejorar las condiciones de los jóvenes, dando la oportunidad de que sean los mismos estudiantes quienes participen en los cambios de su comunidad.

Esta es la intención de “Design the Change”, que es impulsado por la Fundación Terpel desde hace seis años y que en 2016 dejó 10 historias de cambio, donde los protagonistas fueron estudiantes que lograron soluciones para sus poblaciones.

Las historias tienen como eje los temas que les preocupan a los estudiantes que hacen parte del proyecto, los cuales están liderados por los problemas medio ambientales. La razón es que esta fue la principal preocupación de 52% de los jóvenes que hacen parte de este programa, seguido de los temas de educación (31%), la convivencia (20%), y el impacto social (18%).

Así nacieron las 10 historias más “inspiradoras e impactantes, producto de esta iniciativa”, según destacó la directora de la Fundación Terpel, Silvia Madriñan, quien aseguró que “nuestros niños nos han probado, una vez más, que contamos con una nueva generación con todo el potencial para hacer de este mundo un lugar mejor”.

La primera historia que destaca la fundación viene de los estudiantes de la Institución Educativa de Desarrollo Rural Miguel Valencia. Estos jóvenes recolectan datos todos los días que son consignados en la plataforma S’cool, diseñada por la Nasa para analizar el calentamiento global, un trabajo tan bien hecho que hasta recibieron felicitaciones directamente de la agencia espacial estadounidense.

Otra de las iniciativas destacadas tiene que ver con el control a los caracoles africanos en Mocoa, que afectaron cultivos en esta zona del país, pues se multiplican rápidamente y logran tamaños de hasta 20 centímetros, según las investigaciones hechas por alumnos de la Institución Fidel de Monclar, sobre la cual siguen trabajando desarrollando recursos que permitan proteger a la población y mantener los productos agrícolas.

Madriñan también mencionó el trabajo de un grupo de estudiantes “que luego de identificar el problema que generaban los restos del mango para los habitantes de Barrancabermeja (Santander), descubrió una nueva forma de hacer plástico a base de la pepa de mango, logrando desarrollar un plástico biodegradable, que ha llamado el interés de científicos en varios países de la región.

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