Repensando el voluntariado corporativo
jueves, 14 de febrero de 2019
Oportunidad para mostrar el valor organizacional
Verónica Melzi
Si lo definimos de manera simple, el voluntariado corporativo es la oportunidad que tienen los colaboradores de una empresa de aportar su tiempo, experiencia y habilidades en busca de un bien social. Sin embargo, si analizamos las bondades de este, veremos que puede ser mucho más.
Es la ocasión perfecta para que los colaboradores puedan vivir el propósito y los valores de su empresa. En efecto, las acciones que se ejecutan en favor de la comunidad también les brinda la posibilidad de poner en práctica la cultura corporativa. Los líderes de estos proyectos tenemos como meta lograr que, además de ayudar a la comunidad, los voluntariados corporativos se vuelvan estratégicos para la organización.
Con esta dinámica, es muy probable que el colaborador establezca contacto con personas que antes no conocía y deba aprender a trabajar con ellas para lograr un resultado específico. Ello demandará organización, coordinación y una gran dosis de empatía, además de desarrollar capacidades para trabajar en equipo, responsabilidad, orientación a resultados y comunicación; competencias muy valiosas para las organizaciones.
Las compañías pueden optar por poner mayor énfasis en el desarrollo de alguna competencia en particular que sea especialmente significativa para el modelo de negocio de la empresa. Alinear las acciones de voluntariado con el modelo de desarrollo de competencias de la empresa puede ser otra manera de convertirlo en una herramienta estratégica.
Para lograr el éxito en estas estrategias, tenemos dos grandes retos. El primero es incrementar la participación de voluntarios en estos programas. Para ello es clave que los programas de voluntariado sean cercanos a los colaboradores, que tengan canales de comunicación abiertos y tomen en consideración sus expectativas. Asimismo, es muy importante innovar de forma constante la oferta de voluntariado, de acuerdo con la diversidad de intereses, y disponibilidad de tiempo de los colaboradores.
En Belcorp, por ejemplo, este año lanzamos la primera edición de nuestro concurso de iniciativas solidarias llamado Reto i3: idea, impulsa, impacta. En este concurso, los colaboradores tienen la oportunidad de trabajar en equipo para identificar una problemática social y proponer una solución; y las tres mejores ideas reciben capital para llevar a cabo su propuesta. Esta iniciativa nos ha permitido ofrecerles a los colaboradores una opción distinta de voluntariado, que les permitirá generar un impacto positivo en comunidades importantes para ellos, desarrollar capacidades y, a la vez, vivir el propósito y los valores corporativos.
Un segundo gran reto es la medición del impacto que las acciones de voluntariado tienen en la sociedad, los colaboradores y las empresas. Según el reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) sobre voluntariado corporativo, del 87% de empresas que invierten en voluntariado corporativo solo un 2,5% hacen seguimiento de cambios positivos en sus colaboradores, y un 5%, en la comunidad. Esto representa un desafío urgente para asegurar que el voluntariado pueda cobrar mayor relevancia y volumen al interior de las empresas.
Con lo anterior, vale reiterar que las empresas no solo tenemos la responsabilidad de hacer trabajo social que beneficie a la comunidad, también tenemos la oportunidad de identificar los espacios que nos permiten potenciar nuestro valor corporativo.