Responsabilidad Social

RSE: El riesgo de volver al paternalismo

Víctor Hugo Malagón

Aunque la Unión Europea definió con gran acierto, claridad y simplicidad el concepto en su libro verde de 2001 cuando define que la “RSE es la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores”, se evidencia que en el auge reciente de la RSE, lo “novedoso” no es la integración voluntaria de las organizaciones de las preocupaciones sociales y medioambientales; esta tendencia en lo social se evidencia hace muchos años en el mundo empresarial con aproximaciones filantrópicas y paternalistas no necesariamente vinculadas a la cadena de valor de la organización. La vinculación de las preocupaciones medioambientales tardó un poco más en asentarse en el mundo de las organizaciones, fueron la última mitad del siglo XX y un interesante inicio de este siglo XXI los testigos de un mayor compromiso de las organizaciones con la sostenibilidad ambiental.

Hay, a mi modo de ver, dos importantes novedades o innovaciones en el auge reciente de la RSE que debemos valorar mucho más para reconocer los avances, identificar las oportunidades y, sobre todo, evitar caer en la tentación de retroceder en el valioso camino recorrido:

1. La primera gran novedad es la comprensión de la RSE como un modelo integral  de gestión organizacional que supone una estrategia global que debe involucrar al menos 5 dimensiones de la empresa: la cadena de valor, el equipo humano, el gobierno corporativo, la inversión social estratégica y la gestión medioambiental. Esta comprensión ha obligado a las empresas a hacer grandes esfuerzos en diseño de programas y estructuras, alineación estratégica, reporte y diálogo con grupos de interés, entre otros, pero también les ha ayudado a identificar grandes oportunidades al entender la RSE como la nueva fuente de ventaja competitiva sostenible.

2. La segunda novedad y, desde mi punto de vista, la principal herencia que nos dejan estos años recientes de avance de la Responsabilidad Social es el enfoque de grupos de interés. Por mucho tiempo las expectativas de un único grupo de interés (los accionistas) definían la estrategia empresarial. Fue bien entrado el siglo XX el que nos permitió ver que las expectativas de otro grupo de interés (los clientes) empezaban a tener peso creciente  en el diseño de la estrategia de las organizaciones. Fue la RSE entendida como un modelo integral de gestión, la que permitió que las expectativas de los múltiples grupos de interés con los que se relacionan las organizaciones (accionistas, clientes, proveedores, trabajadores, comunidades, medios de comunicación, gobiernos, etc) empezarán a ser tenidas en cuenta en la formulación estratégica y por ende se hiciera indispensable, crear, propiciar, innovar  o fortalecer los espacios de diálogo y comunicación con dichos grupos.

Soy testigo de excepción de que, esta evolución del concepto y de su aplicación, aunque resulta más costosa y compleja, ha sido apropiada por un número creciente de organizaciones en Colombia, independientemente de su sector, de su tamaño y de sus condiciones. 

Evidentemente el modelo paternalista, basado solamente en bienintencionadas apuestas filantrópicas y, alejado de planteamientos y justificaciones de estrategia y competitividad, supone menos esfuerzo, menos creatividad, menos rendición de cuentas y menos diálogo con los grupos de interés. 

Independientemente de cómo la llamemos: RSE, Sostenibilidad, Arquitectura Social, Valor Compartido, etc., es de la mayor importancia que las organizaciones no corramos el riesgo de volver al paternalismo sino que insistamos en el camino ya recorrido que entiende integralmente la responsabilidad de la organización con todos y cada uno de sus grupos de interés.