Salud Ejecutiva

Así puede gestionar el estrés un empresario

Barbara Carrea

El estrés eleva los niveles de cortisol, lo que suele derivar en caída del cabello, insomnio, y problemas cardiovasculares y digestivos. En el plano psicológico, los cambios físicos pueden minar la autoestima

Los altos ejecutivos suelen enfrentar presiones constantes, debido a la naturaleza de sus actividades: alcanzar metas ambiciosas, tomar decisiones críticas, y liderar equipos de alto rendimiento, entre otras. Esto se traduce en estrés crónico, que puede afectar de forma significativa, tanto la salud física como mental.

En el plano físico, el estrés eleva los niveles de cortisol, lo que suele derivar en síntomas como caída del cabello, insomnio, y problemas cardiovasculares y digestivos, entre otros. En el plano psicológico, los cambios físicos pueden minar la autoestima y reforzar la percepción de pérdida de control. Adicionalmente, pueden surgir otros efectos como manifestaciones de ansiedad, depresión y una menor capacidad de tomar decisiones efectivas. Si no se abordan, estas cargas emocionales y físicas, generan un ciclo destructivo que afecta tanto la vida personal como profesional.

De otro lado, debido a su rol y la exigencia de los entornos empresariales, los altos ejecutivos pueden verse tentados a minimizar o reprimir estos signos, empeorando el problema.

Además de la salud física y psicológica, las relaciones personales se ven afectadas. No son pocos los ejecutivos que informan que las presiones laborales se filtran en sus vidas personales, afectando negativamente su capacidad para desconectarse del trabajo y deteriorando la calidad de sus vínculos familiares. Así, si el estrés no se gestiona adecuadamente, puede conducir a un aislamiento emocional, y reforzar la sensación de agotamiento y disminución de la empatía frente a quienes los rodean.

Ahora bien, para gestionar la realidad del estrés en el agitado ámbito laboral, existen estrategias prácticas para que los ejecutivos tomen el control de su bienestar.

Así por ejemplo, conviene establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal; propiciar una desconexión de las responsabilidades laborales fuera del horario, para recuperar energía y nutrir las relaciones personales; incorporar prácticas como la atención plena, el yoga, o los ejercicios de respiración profunda, para promover la relajación; tratar de establecer una rutina de sueño consistente y sin interrupciones, para mejorar la capacidad regenerativa del cuerpo; realizar actividad física de forma regular para disminuir el cortisol, promover la relación y crear una sensación de bienestar general; delegar actividades, para reducir la sobrecarga emocional; y utilizar estrategias de manejo del tiempo y la organización como la matriz de Eisenhower o la técnica Pomodoro, para ayudar a priorizar tareas y prevenir la acumulación de trabajo; entre otras medidas.

Pareciera que el estrés es un desafío inevitable para los altos ejecutivos, sin embargo, con las estrategias adecuadas, es posible reducir sus efectos y proteger la salud física y mental. Priorizar el autocuidado y el apoyo emocional no es solo una necesidad, sino una responsabilidad para prosperar en un entorno corporativo exigente.

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