Equidad de género y bienestar laboral
viernes, 24 de mayo de 2024
Las iniciativas de equidad de género, además de potenciar la obtención de resultados específicos, disminuyen la rotación, favorecen la retención del talento, incentivan el crecimiento profesional, entre otros
Linda Sastoque
¿Una inspectora de vehículo mujer?, ¿un asistente administrativo hombre?, ¿en juntas directivas con cada vez más mujeres? Sí, y por montones. La llegada del género opuesto a cargos tradicionalmente dominados por el otro, más que un aspecto de forma o de tendencias, es una realidad con tanto fondo como simbolismo.
Y es que cuando la llegada a estos cargos se da por motivos netamente de mérito y talento, producto de una política empresarial que promueve el crecimiento sin etiquetas ni estereotipos, no solo se está rompiendo con un molde con décadas de antigüedad, también, implícitamente, se está fomentando el bienestar laboral, pues realizarse profesionalmente y perseguir la verdadera vocación ya no está sujeto a una cuestión de cromosomas, es un ejercicio de pura y dura voluntad.
Dicho bienestar, que es plenamente cuantificable, y no se trata de una simple percepción, comprende la implementación de estrategias corporativas como: eliminar las diferencias salariales según el sexo, abrir vacantes “sin apellidos” de género, implementar beneficios extralegales que respondan a las particulares de cada género o promover el sano equilibrio entre el trabajo y el hogar.
Solo por mencionar un ejemplo de las necesidades que todavía persisten, vale la pena mencionar un reciente reporte difundido por The Economist, en el que evidenció que en América Latina 38% de las mujeres empleadas deciden abandonar sus trabajos después de tener un hijo, y 37%, una década después de haberlo tenido, sigue estando por fuera del mercado laboral.
Este dato es aún más contundente si se mira a la luz de una estadística de la Organización Internacional de Trabajo, OIT, en la que se afirma que 606 millones de mujeres a nivel mundial en edad de trabajar no lo hacen por las responsabilidades asociadas al cuidado familiar, cifra que baja hasta los 41 millones en el caso de los hombres.
Por eso, las iniciativas de equidad de género, además de potenciar la obtención de resultados específicos, que quizás es lo primero que salta a la vista, disminuyen la rotación, favorecen la retención del talento, incentivan el crecimiento profesional, mejoran el ambiente laboral, impulsan una cultura organizacional más justa; y, en términos generales, elevan la competitividad de los equipos de trabajo.
De ahí, justamente, su importancia, pues, aunque se han logrado avances importantes, una proyección del Foro Económico Mundial permite entrever que el desafío todavía es mayúsculo: se necesitarían 170 años para cerrar la brecha laboral entre hombres y mujeres, de mantener el ritmo actual.
Por todo la anterior, en Icontec, como entidad privada sin ánimo de lucro que promueve las buenas prácticas en las organizaciones, la equidad de género es concebida como un auténtico elemento transformador de la productividad. Más que tratarse de una credencial o un discurso políticamente correcto, las oportunidades fundamentadas en mérito son la vía de crecimiento y competitividad que demanda el mercado contemporáneo y que merecen los trabajadores.
De todos aquellos que ejercen una posición de liderazgo depende que esa brecha que reseña el Foro Económico Mundial nos tome 170 años para cerrarla o, como espero que suceda, se dé en mucho menos tiempo. Los sellos, como el de Equipares en el caso colombiano, son un instrumento técnico que puede acelerar dicha misión; la diferencia está en la voluntad para aplicarlos y dejar la indiferencia.