Salud Ejecutiva

La Cefalea y los efectos ocasionados por una iluminación deficiente en el trabajo

Los síntomas más comunes por la poca luz son el sobreesfuerzo ocular y la fatiga, generando incapacidades en el trabajador

Martín Pinzón Lemos

Una iluminación óptima es necesaria para poder desempeñar la actividad profesional. Sin embargo, existen riesgos en caso de que la cantidad de luz no sea la suficiente e, incluso, en el exceso de ésta.

El especialista en salud ocupacional, Álvaro Rojas Molina, comenta que la cefalea es una de las enfermedades más preocupantes asociadas a la iluminación deficiente: “la patología que más afecta la productividad es la cefalea. Esta afección es el motivo de consulta más común en el mundo y también una de las causas de mayor incapacidad laboral”.

Los síntomas más comunes para identificar una deficiencia lumínica se reflejan en un sobreesfuerzo ocular, derivando en fatiga. Lo anterior genera vestigios de la cefalea como los dolores de cabeza o sensación de pesadez en los párpados.

El doctor Rojas también explica cómo medir la luz para determinar si el espacio de trabajo está iluminado adecuadamente. “El nivel adecuado de iluminación de un sitio se mide en lo que se conoce como volumen de los Lumen. Estos representan la cantidad de luz ambiental que proviene de una fuente de luz. No obstante, para medir la iluminación, se usa una unidad que es derivada del número que se llama LUX. El LUX indica cuánta luz hay sobre una superficie dada. Un LUX equivale a un lumen por metro cuadrado”.

Los rangos de LUX necesarios para ejercer un oficio dependen de las tareas que se deben realizar. Para labores que requieran poca iluminación, el mínimo es de 100 LUX. Para actividades con exigencias visuales moderadas, el rango óptimo es entre 200 a 300 LUX. Finalmente, para actividad muy exigentes, deben usarse mínimo de 500 a 600 LUX.

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