Los riesgos psicosociales que trae el teletrabajo y recomendaciones para reducirlos
jueves, 23 de julio de 2020
La capacidad de las empresas de identificar a quienes están en riesgo emocional es determinante para que el riesgo no se consolide
Las medidas de aislamiento para contener la pandemia llevaron a la aceleración en la implementación del teletrabajo, una realidad para la que muchos no estaban preparados y que implica para los trabajadores altos niveles de exposición a riesgos psicosociales, en sus vidas profesionales y laborales, que pueden perjudicar su salud.
“Los riesgos psicosociales están relacionados con las condiciones físicas en que se realiza el trabajo, el control y autonomía con que las que el trabajador cuenta para realizar su trabajo, los estilos de gestión y apoyo social recibido, el ambiente interno, las condiciones de contratación, las jornadas laborales, entre otros y cuando su exposición no es debidamente controlada, pueden afectar el bienestar, la satisfacción, el desempeño y la salud del trabajador”, explica Yolanda Sierra Castellanos, directora de la especialización en Psicología Organizacional y de la Seguridad en el Trabajo de la Universidad El Bosque.
Estos riesgos varían según la actividad que desarrolle cada persona y, principalmente, están asociados a los siguientes factores: esfuerzo físico por no contar con los implementos necesarios para trabajar en una posición ergonómica, reducción del tiempo con el que se cuenta para desarrollar una tarea, aumento de la jornada laboral y disminución de los tiempos de descanso, demandas emocionales, sobretodo si las actividades están relacionadas con atención al cliente, y ausencia de barreras entre la vida laboral y familiar.
Lo anterior puede tener un efecto en la productividad y la salud de los trabajadores, por eso, para evitar que esos riesgos se materialicen, es importante que las empresas evalúen su capacidad y eficiencia para sortear esas situaciones.
Como punto de partida, entonces, las compañías deben analizar qué tan avanzadas están en los siguientes aspectos: capacidad de identificar a quienes están en riesgo emocional, oferta de recursos emocionales, promoción de hábitos de vida y laborales saludables, promoción del autocuidado, y asesoría y acompañamiento para la recuperación emocional de los empleados, entre otros.